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Antropoide cuadrúpedo y de alimentación herbívora, consumía bambú y complementaba su dieta con algunas frutas de temporada.
Su extinción probablemente se debió a cambios sustanciales en el clima y a la feroz competencia por la lucha del nicho ecológico en el que tuvo que competir con los pandas y los homínidos mejor adaptados al medio que él.
Los molares encontrados de 2,5 centímetros de ancho hacen pensar en un ser vivo muy grande. Posiblemente mediría unos 3 metros de altura y tendría un peso estimado entre 300 y 500 kilogramos.
Estas cifras le harían ser aproximadamente entre 2 y 3 veces más grandes que el mayor de los gorilas hoy conocidos.
Su pariente vivo más cercano son los actuales orangutanes por lo que la iconografía lo presenta a veces como un orangután gigante.
Conclusiones
Los pocos restos disponibles de este primate permiten poco más de unas líneas de descripción. Todo lo que se escriba sin el hallazgo de más restos es incidir sobre los mismos datos o empezar a fabricar otra leyenda más. Algunos seres humanos han sugerido que los Gigantopithecus podrían ser los yetis del Himalaya, pero la ausencia de restos de este ser y las dificultades de la orografía y falta de vegetación de esta cordillera además de la elevada altitud hacen imposible que de existir, el yeti fuera este apacible antropoide consumidor de bambú.
Solo queda esperar que la suerte se repita y algún día aparezca otro paleontólogo que descubra más restos de esta especie que sin llegar a ser un mito, la asimilación por parte de algunos hombres a simios gigantes conocidos, le llevan a entrar en inestables terrenos no científicos.
Hay que dejar la ciencia alejada de las leyendas y solo ver a Gigantopithecus como lo que fue, un enorme primate antropoideo habitante de las selvas sud asiáticas consumidor de bambú en el Pleistoceno Medio entre 1.000.000 y 300.000 años a.C.
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