La sismicidad
Al igual que la actividad volcánica, la sismicidad regional encuentra su origen en la interacción dé las placas tectónicas de Nazca y América del Sur. De ahí, se pueden distinguir dos tipos fundamentales de actividad sísmica aplicables a la región estudiada: primeramente, se tiene la actividad profunda, atribuible al proceso de subducción y generada en la zona de Benniof (mecanismo de bajo-corrimiento).
En general, produce sismos dé magnitudes medianas (Mb = 4 a 6) y de profundidades focales grandes (Z = 70 km o más). No obstante a ser sismos con atenuaciones relativamente pobres con la distancia, las aceleraciones producidas son bajas aún en las áreas epicentrales (G = 0.01 a 0.25), dada las profundidades a que ocurren; por lo tanto salvo los casos de mayor magnitud y menor profundidad, es de esperar qué los danos que pudiesen generar no sean tan grandes. Su distribución geográfica en superficie, es generalizada para toda la región del proyecto, pero se notan ciertas concentraciones al sur (Pastaza), oeste (cuenca alta del río Coca) y al norte (Mocoa-Pasto), tendiendo a desaparecer hacia la llanura amazónica.
Por otra parte, la actividad sísmica producida por los sistemas estructurales y tectónicos locales, es quizás la que conlleva el carácter más destructivo de todos. En efecto, se trata de actividad sísmica con mecanismos focales esencialmente de desplazamiento de rumbo o dé fallamiento inverso y normal con magnitudes muy variables (Mb = 2 -7) y de hipocentros relativamente someros (5 a 35 km). Las atenuaciones de la energía son generalmente rápidas con la distancia, pero las aceleraciones pico y promedio pueden alcanzar valores muy elevados en el área epicentral. Los danos, tanto directos a la infraestructura civil cómo al ambiente (deslizamientos, aludes, etc.), es de esperar que sean importantes.