6. El juicio definitivo sobre cada persona está reservado para Dios
A las personas agnósticas, o alejadas en la fe, o tibias, y a mucha
otra gente, les molestan los juicios rápidos. La realidad es que una
persona religiosa y prudente sabe que para realizar juicios
definitivos en necesario ser Dios mismo: sólo Él tiene todos los
datos y perspectivas sobre los hechos y las motivaciones. A los
niños les enseñamos a distinguir los actos buenos de los actos
malos, y está bien, pero a la hora de clasificar a la gente es mejor
recordar lo de "no juzguéis y no seréis juzgados" (y explicar lo que
significa). "Enséñales a tener un corazón humilde que busque
entender al otro", explica AllProDad.
7. Sé suave con los niños y ciertas enseñanzas complicadas
Hay cosas en la religión que a los adultos les molestan pero a los
niños les aprecen normales. Y, al revés, hay cosas en las que los
adultos ni se fijan y a muchos niños les pueden asustar o repeler.
En la cultura católica pueden ser muchas: imágenes de mártires
con sangre en la parroquia, o ciertas expresiones sobre el infierno
o el demonio, algunos detalles prácticos de los sacramentos... Las
cosas complicadas hay que explicarlas con suavidad, y no de
forma abrupta o con prisas y aspavientos.
8. No mantengas a los niños en una burbuja
Incluso en los países de mayoría católica, hay
personas de otras denominaciones y religiones y, de
hecho, las personas con poca o ninguna
religiosidad son mayoría. No tiene sentido intentar
hacer creer a tus hijos que "todos hacen como
nosotros". No es así, y enseguida se darán cuenta. Y
llegará el momento, al crecer, en que tomará sus
propias decisiones sobre religión. Es bueno que
desde niño pueda dialogar, en un entorno
moderado, con personas de otras creencias.
También es bueno que vea que hay otras
parroquias donde las cosas se hacen de otras
maneras.
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9. Dile que comparta la fe con sinceridad y humildad
Nuestra sociedad pretende hacernos creer que ya
casi no hay tabúes, excepto hablar de la propia fe
con otras personas. Hemos de enseñar a nuestros
hijos a que puedan hablar de su fe sin complejos ni
vergüenzas: creemos que es buena, bella y
verdadera y la queremos compartir. Hemos de
ayudar al niño a poder expresar por qué cree y en
qué cree. Y ha de poder hacerlo con sinceridad y
también con humildad. La fe da alegría y un terreno
firme: no debe dar soberbia.
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10. Se necesita una aldea para educar... dásela
"Se necesita una aldea para educar un niño", dice un refrán
africano que se cita mucho. En lo religioso es especialmente
cierto: la fe se transmite en comunidad. En ella vemos que
personas distintas (varias edades, procedencias, estilos) creen
todas las mismas verdades, cada una con sus acentos. Ese
testimonio colectivo fortalecerá la fe de tus hijos. Hay que
buscar esa comunidad.
Por supuesto, se podrían añadir muchas más cosas eficaces,
pero ¿no son estas 10 un comienzo importante?