ARTÍCULO
—Antropólogo, cuéntanos algo de antropología.
—Papá, ya déjalo. No estés molestando.
—¿Te estoy molestando, antropólogo?
—No, señor. En lo absoluto.
—Acabando la cena nos tienes que explicar todo eso que
sabes, ¿sale? Estás en mi casa y sería educado.
—No creo, señor. No les podría decir mucho.
—Obviamente, pero haz tu mejor esfuerzo.
Cuando uno estudia Ciencias Sociales debe luchar todo el tiempo por su dignidad. Cursé la licenciatura en Antropología y
actualmente estudio una maestría en Filosofía Aplicada. Trabajo en una cafetería desde hace dos años. No está tan mal y es algo
momentáneo. Soy una persona austera y mis sueños no se miden en dinero. Decidí dedicarme a la maestría al cien por ciento.
Conocí a Natalia en una fiesta. Me pidió un toque de marihuana y acabamos besándonos detrás de los baños. No fue tan terrible
como suena. Si no, no estaría aquí. Ella estudia Diseño Industrial. Es hija única. Llora cada vez que le doy flores y le encanta que
le lea poesía. ¿Lugares comunes? Pues sí. Así somos. Una vez se molestó porque creyó que yo estaba molesto y no me habló la
mitad del día. No sé cómo pasó, pero al final tuve que disculparme : ese es el sistema operativo de nuestra relación. Todos los
miércoles vamos al cine. Cuando no tengo dinero ella paga. No sé qué decir. La he pasado bastante bien. Siempre me mira con
admiración, como si fuera una clase de celebridad. Dice que mi cabello le recuerda a los Rolling Stones. Ha releído mis ensayos
de antropología con más fervor que nadie y piensa que son brillantes. Cree que el mundo se está perdiendo de mi intelecto. Yo
la quiero.
—Natalia bonita. Cuéntales a tus tíos qué pasó cuando el
vecino dejaba la basura frente a nuestra casa.
—No inventes, Papá. Estamos comiendo.
—Por favor, Natalia. Estoy tratando de dar una lección
aquí.
—Orinaste su carro.
—Defendí mis intereses y los de mis socios. De eso se
trata la vida.
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