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Corría el año 2007 cuando Carla, una joven salteña, conoció a Andrés en una salida nocturna. Con 19 años, la chica creyó que había encontrado al amor de su vida. Es que Andrés la trataba como a una reina ¡y era tan atento! Pero no fue Carla la única que cayó rendida ante sus encantos. Presentó a su novio a sus amigas, y a los pocos meses viajaron de Montevideo a Salto para conocer a la familia de Carla. Todos pensaron lo mismo. “¿De dónde sacaste a ese bombón?” “¡Pero que suerte la tuya, Carlita querida!” “Ahora sí que estás bien cuidada” “Un hombre de esos que ya no se encuentran”. La madre de Carla dió un suspiro de alivio al conocer a Andrés. Ahora podía estar tranquila que su hija estaba en buenas manos. ¡Qué muchacho más agradable! Simpático, sociable y trabajador, Andrés caía bien a todo el mundo. Carla se había embarcado en la aventura de vivir sola en Montevideo hacía pocos meses. Se desempeñaba como sirvienta con cama en una casa de familia. Ella se encargaba de la limpieza y los niños. Sus patrones estaban contentos con su desempeño y los pequeños la adoraban. A los cuatro meses de novios, Andrés la pasó a buscar por casa de sus jefes, como cada noche. Carla le pidió que los conociera. Como no era de asombrar, Andrés tuvo el visto bueno. “Cuidala, mucho. Mirá que es una buena muchacha y acá la queremos un montón. Es parte de nuestra familia”, le pidieron Mariana y Óscar, los dueños de casa. Esa noche se quedaron a cenar allí, y Carla que se sentía tan sola en Montevideo, vivió una velada de lo más amena. Después del postre, acompañó a su novio hasta su moto. -¿Viste que son divinos? le comentó-. Por eso quería que te conocieran. Además me tratan como a una niña y siempre que salía contigo se quedaban preocupados. Ahora ya saben que mi novio es un amor de persona. -Sí. Parecen buena gente, pero....-, dijo Andrés, enigmático. -¿Pero qué?- quiso saber Carla. -Nada. Dejá así. Es que a veces vos sos muy inocente y no te das cuenta de las cosas. 4