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cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que
escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades Es una lástima que
no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa y decirme ¿Qué tal? Y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi
carbónico”.
Aún más que un romántico empedernido, Mario fue un hombre de patria, de ideales políticos que
hizo valer aún cuando le costaron las amenazas y el exilio político. Y es que si hay algo que jamás
podrá ser prohibido es esa sed de justicia arrolladora, que está dispuesta a entregar la vida si es
preciso, antes que someterse al despotismo. ¡Vaya ímpetu tenía Mario que relató sin cesar sobr ella
época opresora que le tocó vivir! “Una cosa es morirse de dolor y otra cosa es morirse de vergüenza,
porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse. Llorá pero no olvides”,
dice su poema “Hombre preso que mira a su hijo”, donde expresa sin pudores las torturas de la
dictadura que pese a llevarlo lejos de sus tierras, no lograron callar su arte ni su corazón charrúa
clamando por libertad.
En su prolífica obra que incluye más de noventa publicaciones, Mario combinó todas sus facetas de
ciudadano común, de soñador con hambre de igualdad, de hombre enamorado de su esposa
cómplice, de patriota traicionado, de exiliado que lloró a los suyos a la distancia.
Además fue redactor en el semanario “Marcha”, fue integrante del Moviemiento de Liberación
Nacional, miembro de la revista “Brecha” y galardonado con multiplicidad de premios en su Uruguay
natal y en el extranjero. En todos los países que lo acogieron, Benedetti desplegó su arte y dejó su
huella imborrable no sólo en el Río de la Plata, sino también en Cuba y España.
El destierro lo separó de su patria y de su entrañable esposa Lúz López Alegre, que se mantuvo fiel a
los ideales de su esposo, siendo su apoyo infalible en los malos ratos. Probablemente sus tertulias y
su amor abnegado continúan ahora en el lugar donde reposan las almas nobles y valientes