Revista Ven y Sígueme Octubre 2016 | Page 17

Desde un corazón joven Duc in altum Martinique Acha alma; allí, donde Él es nuestra ancla, nuestra roca, nuestra paz. Y nos llama no sólo a encontrarlo, sino a permanecer allí con Él, en medio de todas las experiencias y los acontecimientos de nuestra vida cotidiana. Porque el amor de Dios, es verdad, permea, supera, invade, traspasa y está muy por encima de todas esas experiencias. C uando el mar se agita y las olas revientan en la superficie, todo es ruido y movimiento. Pero, aun en medio de tormentas, el fondo del mar permanece quieto. Es, en el fondo, en donde se encuentra la calma misteriosa del océano, esa que no se mueve, a pesar de lo que ocurra en la superficie. En días soleados y en huracanes, sin importar lo que el tiempo ofrezca, en lo profundo, el mar se aquieta y conserva su belleza… Me parece que la vida interior es, también, como el océano y son los grandes santos los que aprenden a vivir en lo profundo. “Duc in altum” rezan las puertas de la iglesia de Magdala, en Galilea. Duc in altum: rema mar adentro. Son, también, las palabras con las que Jesús animó a los primeros discípulos a echar las redes, después de una noche cansada, para lo que sería una pesca milagrosa. Y son las palabras con que nos llama, a cada uno, a soltarnos del mundo para encontrarnos con Él. Mientras permanezcamos en la superficie, seremos vulnerables a las olas y al viento que agitan, constantemente, los acontecimientos de nuestra vida. Pero el Señor nos llama a encontrarlo en lo profundo del “Hijitos, están demasiado apegados a la Tierra y a las cosas terrenales; por eso, Satanás los agita, como el viento lo hace con las olas del mar. Por lo tanto, que la cadena de su vida sea la oración con el corazón y la adoración a mi Hijo, Jesús. Entreguen, a Él, su futuro para que, en Él, sean alegría y ejemplo para los demás con sus vidas. Gracias por haber respondido a mi llamado”. (Medjugorje, Mensaje del 25 de agosto de 2016) María, tú eres Reina y Madre de oración. Enséñanos a encontrar a Tu Hijo, en lo profundo de nuestras almas, y ayúdanos a remar mar adentro… mar adentro, hacia el corazón de nuestro Dios. 15