Revista Usuré Antropología y Transformación Social | Page 6
REVISTA ESTUDIANTIL DE ANTROPOLOGÍA
derecho exclusivo para realizar
rescates arqueológicos y esto re-
duce significativamente el espacio
laboral de los arqueólogos inde-
pendientes, a pesar de que la ley
estipula que cualquier arqueólogo
puede hacerlo. Por otro lado, la
institución no da abasto para aten-
der esta tarea y las contrataciones
están sujetas a las posibilidades e
intereses del Museo.
“terminás haciendo el trabajo pero
no te reconocen a vos porque es
otra persona la que estaba nom-
brada; (…) el tema es la calidad
laboral”. La conformación de un
colegio podría ayudar a regular
esta situación, pues tiene la potes-
tad de definir labores o tareas que
los antropólogos específicamente
pueden realizar frente a otros pro-
fesionales, o en caso de no poder
hacerlo, establecer condiciones
para la subcontratación. Entre
colegios profesionales se pueden
definir las tareas que les corres-
ponden. Pamela Campos insiste
en que no tiene que ver con una
pugna entre carreras de ciencias
sociales, sino que consiste en un
problema de ordenamiento de
las capacidades y potestades que
tienen las distintas disciplinas,
recordando que la antropología
posee herramientas específicas y
competentes para realizar cierto
tipo de labores. En el fondo, exis-
te una preocupación por salva-
guardar y visibilizar el quehacer
de la profesión.
Maritere argumenta que “el cole-
gio no viene a solventar un tema
laboral, no es la ʻpomada cana-
riaʼ, eso es muy importante que la
gente lo tenga claro. Efectivamen-
te, habemos personas que hemos
estado en desventaja laboral, en
el área de antropología social la
preocupación es que entramos a
competir en un mercado amplísi-
mo con psicólogos, trabajadores
sociales, etc. y nos encontramos
en desventaja; primero porque
[los contratadores] no saben qué
es lo que hacemos, y segundo,
porque aunque tengan una idea
a nivel formal, le van a dar prio-
ridad a los que sí tengan colegio
porque es un ente en el cual pue- Por otro lado, Maritere menciona
den buscar apoyo las instituciones que una instancia como esta po-
y las empresas”.
dría ayudar a los profesionales a
mercadearse: cómo buscar traba-
Estas circunstancias propician jo, qué espacios y requisitos exis-
la subcontratación, en la cual al- ten para el ejercicio laboral, cómo
gunos colegiados que acceden al ofrecer un cartel, cómo sacar una
empleo, buscan antropólogos y firma digital, cómo adquirir un
los subcontratan para que reali- seguro, etc. La posibilidad de las
cen ciertas labores para las cuales capacitaciones continuas también
están más calificados. Maritere es muy importante. Pamela Cam-
opina que en estas circunstancias pos explica que el colegio tiene
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“potestad para generar espacios de
articulación gremial que pueden
convertirse en comisiones de tra-
bajo sobre ciertos temas, redactar
proyectos de ley, generar espacios
de actualización por medio de
simposios, cursos, congresos, así
como posicionar los espacio y los
perfiles laborales”.
Finalmente, a nivel de imagen y
formalidad, el colegio es funda-
mental para posicionar a la an-
tropología como profesión. En
general, opinan que existe una
percepción negativa en el ámbito
laboral de que los antropólogos no
trabajan bien, que son informales,
que no son profesionales y el cole-
gio podría contribuir a mejorar la
calidad de esta imagen.
¿Qué
argumentos
en contra?
existen
Entre los argumentos en contra se
ha mencionado el riesgo de que el
colegio defienda a las empresas
y no al profesional “esto porque
un colegio pueden sancionar las
malas prácticas, pero también es-
tablece en sus estatus cuáles son
sus funciones como ente rector
y aunque hay colegios que no lo
hacen, este podría defender al
profesional antropólogo”, explica
Maritere. También se ha argu-
mentado que la creación de esta
institución podría hacer que los
procesos se tornen burocráticos,
así como la posibilidad de que
se forme “un club de amigos”, es