Revista Usuré Antropología y Transformación Social | Page 18
REVISTA ESTUDIANTIL DE ANTROPOLOGÍA
tecnia para la comercialización de
sus productos. Se pondrían pues-
tos de ventas en coordinación con
el ICT en sitios estratégicos de ac-
ceso al turista. Pensaría también
en una entidad “Promotora de
turismo indígena rural comunita-
rio”, sin desplazar posibles inicia-
tivas de esta índole existentes en
la región.
Sobre el tema del proyecto Diquís
y la comunidad de Térraba, en su
momento realicé un estudio inde-
pendiente, sólido y respetuoso con
ambas partes, en el que se propo-
nen vías de entendimiento entre el
ICE y la comunidad indígena. El
trabajo se denomina “Las razones
de Térraba y las razones del ICE-
Diquís y fue publicado en página
electrónica de la Universidad de
Costa Rica.
Un pasado y un proyecto
para Osa.
En Osa la situación es diferente.
En Osa hay un asunto que pasa,
una vez más, por la construcción
histórica de la sociedad. El origen
de estas comunidades tal y como
las conocemos hoy, fue el propó-
sito comercial de una empresa por
producir banano. Las comunida-
des resultan ser un efecto social co-
lateral de ese objetivo empresarial.
La sociedad bananera es la evolu-
ción de los barracones de obreros
bananeros que, dichosamente, se
convirtieron en algo más hermo-
so, como son hoy las comunidades
de origen bananero. Inicialmente
hubo una gran presencia de cen-
troamericanos,
nicaragüenses,
posteriormente de guanacastecos,
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de gente meseteña y poco a poco
fue diversificándose más y más.
Pero esto trae como resultado una
situación particular respecto al ori-
gen de estas comunidades, quienes
llegaron allí no fueron pioneros,
era gente empobrecida que venía a
buscar un trabajo.
He conocido algunas de sus his-
torias de vida porque las he reco-
pilado, y ninguno dijo: voy a ir al
sur a voltear montaña, voy a ir a
echarme al hombro el futuro de
un rancho, abrir trocha y crear
una región. Posiblemente algu-
nos tendrían esas aptitudes, pero
no es el común denominador. Y
entonces cuando la compañía
bananera se va, con los antiguos
peones se forman cooperativas a
las que se asignan tierras, y estas
cooperativas por múltiples razo-
nes no han logrado tener el grado
de éxito que se desearía. Este es
un aspecto, el perfil de las perso-
nas que están ahí. Pero por otro
lado, está el deficiente manejo
que hizo el Estado de este proce-
so. Hay una serie de autores que
describen estos acontecimientos,
Ana Luisa Cerdas escribe una his-
toria de la bananera que termina
siendo la historia del poblamiento
de Osa y de Palmar Sur. Autores
más recientes como Toni Royo,
hacen un análisis de cómo el IDA
en su momento no logró dar conti-
nuidad a todo este proceso. Royo
se refiere al falso mito de que toda
la situación del Sur es culpa de la
Compañía Bananera y sostiene
que hay gran responsabilidad del
Estado. Según él, los proyectos
productivos que se han iniciado
desde el IDA (INDER), no han
cumplido su ciclo de desarrollo,
de manera que en un momento
dado se logre que estos proyectos
cooperativos puedan emanciparse
y echar a andar por sí solos.
A esto se suman los testimonios
de las personas que están actual-
mente frente a las cooperativas, en
SURCOOP por ejemplo, cuentan
cómo la mano del Estado muchas
veces castró procesos e iniciativas
para el éxito que tenían que ha-
berse dado. Hoy lo que estamos
viendo en los conflictos de las
fincas Chánguena y otras, son las
secuelas de todo esto. A lo ante-
rior hay que agregar, y por qué no
decirlo, también hay una cultura
de clientelismo que el Estado mis-
mo y los partidos tradicionales
han fomentado. Se ha promovido
una cultura de pedir para recibir,
y en medio de todas las luchas es-
tán presentes todos estos factores.
¿Cómo romper estos esquemas?
¿Cómo salir de estos modelos y
generar una situación que vaya
más allá, que genere realmente
una posibilidad histórica nueva
de florecimiento económico re-
gional? Porque el asunto es que
todavía hoy estamos viviendo los
ecos de la partida de la bananera
y no hemos logrado crear nuevas
condiciones, no solamente de
bienestar de la gente, sino que, ya
que estamos en una sociedad ca-
pitalista, hablemos entonces de la
necesidad de crear condiciones
para el desarrollo del capital ahí.
Pero condiciones reales y dignas
donde la participación productiva
de la gente sea posible.