Revista UNADiccion Mayo 2014 | Page 16

En el mundo de mis sueños… Cuento Así y allí me vi esta noche, en ese baño de servicio construido en la parte trasera de la casa, con su boiler de combustibles de aserrín, el que yo también lo usaba cuando tenía deseos de fumarme a escondidas, esos cigarros de moda de la época de mi adolescencia y que sin poca ni más vergüenza le robaba a mi hermano Jon, él los traía de los Estados Unidos para venderlos entre los amigos y conocidos. Ingenuamente de mi parte, escondía la cajetilla entre los desechos de las cenizas que quedaban de los combustibles ya quemados, naturalmente lo hacía para no ser descubierta, sabiendo que si me descubrían, recibiría seguramente un tremendo castigo teniendo que escuchar la cantaleta de mis padres. Y allí dentro y bajo la regadera, de donde sale con una gran potencia el agua caliente, me encuentro disfrutando esa deliciosa ducha, mi cuerpo goza al recibir su caricia. Desgraciadamente mi disfrute duró poco tiempo, no me di cuenta que no había jabón para lavar mi cuerpo, tampoco shampoo ni acondicionador para el pelo, como tampoco una toalla para secarme, lo único que encontré después de cerrar la llave, fue una bata vieja y sucia, la cual tome con cierto recelo y un poco de asco para cubrirme. Al salir y cruzar el patio en dirección a mi recamara escuché claramente la voz de mi querido "Viejo" que con su acostumbrada, apacible y amoroso actitud se dirige a mí diciéndome !Luly, camina con cuidado, ¿no te das cuenta que el piso esta resbaloso y aquí afuera está tan frio?¿Cuándo aprenderás a ducharte con sandalias y no salir del baño descalza?, ¿no crees que hacer eso, es un poco peligroso hijita querida?- Esas palabras llegaron como música a mis oídos, tanto tiempo sin escucharlo ni tenerlo conmigo y ahí en medio del sueño lo tengo frente a mí, lo veo, lo escucho y lo quiero abrazar, por desgracia al momento de hacer el intento desaparece, dejándome parada y con una gran tristeza en mi corazón. Ahí en medio del patio de la casa, en donde con solo voltear la mirada, ahora me veo en la puerta de la entrada principal, abierta de par en par y yo continuo únicamente con esa mugrienta bata puesta, cubriendo mi desnudes. A corta distancia, distingo a Rocío cruzando la calzada, va acompañada de nuestros hijos, lo increíble es, que todos estaban de la misma edad, entre los cuatro años, ella a finales de los veinte y yo aún no llegaba ellos. Los veo alejarse, nadie me había dicho nada, que iban a la playa, pero yo lo sabía y me continúo parada, sigo ahí, en la puerta de entrada, con esa inquietante bata vieja, sucia y maloliente. Ni mis piernas ni un solo de mis músculos se mueven, estoy completamente paralizada, intento llamar su atención, pero mi cuerpo no obedece las ordenes que le envía mi cerebro. Veo su partida con angustia, no hay una mirada ni un gesto de despedida para mí. Tan solo el roce de la mano de Connie me hace reaccionar y al mismo tiempo cambia el lugar y la situación anterior, ella me jala suavemente del brazo y me dirige hacia la alberca, que en al momento y de la nada aparece al igual que los niños delante de nosotras. Los niños tomados de las manos y envueltos en sus batas de baño, tan sorprendentemente blancas, muy blancas y limpias a la vista y con un fresco olor del suavizante de telas. Nos miran con sus caritas sonrientes, nos suplican que entremos a nadar con ellos. Viéndome todavía desnuda dentro de esa bata que molesta tanto, les pido que me tengan un poco de paciencia, es necesario que me ponga primeramente un traje de baño, me tomará solo unos minutos hacerlo, solo que tengo que ir por él para poder regresar prontamente, en estar nuevamente con ellos y cumplir sus deseos.