Revista UNADiccion Diciembre 2014 | Page 33

Somnolientos se agasajan sin haberse percatado de mi participación visual, sus caricias son apacibles cayendo en un sopor hasta quedarse dormidos. Dándose así por terminada la sesión amorosa. Excitada y molesta me levanto, me pongo un ceñido traje de baño que encuentro dentro de la mochila donde cargo mis pertenencias. Bajo corriendo acaloradamente las escaleras y salgo del albergue tan irritada que el camino hacia la colina se me hace demasiado largo para llegar al arroyuelo para poder enfriar un poco las exigencias físicas que reclaman atención inmediata. Estando frente al riachuelo me tiro un clavado logro hacerlo sin lastimarme a pesar de que no era tan profundo. Sus aguas tranquilas y transparentes reconfortan el calor que se siente en el exterior y el que arder dentro de mi ser. Ya había encontrado sosiego en las humedades del río cuando de pronto llega Alejandro, totalmente colérico, me reclama el haberme salido sin avisarles y de un solo jalón me saca del agua. Estuve a punto de caer si no es porque me sostiene con sus fuertes y musculosos brazos repagándome impetuosamente a su desnudo regazo, Nuestras caras están tan cerca que las miradas se fijan en nuestros labios y es el momento en el que desaparecen por arte de magia mis temores, los besos y las caricias no se hacen esperar entregándonos a la lujuria sin mayor resistencia. Habiendo saciando los deseos de mis entrañas pudimos regresar felizmente satisfechos a la cabaña para encontrarnos con los invitados al convivio y juntos poner todo lo que habíamos usado durante la fiesta nuevamente en su lugar original. Intentamos preservar el episodio escandaloso tomando una actitud cautelosa, aunque es casi imposible poder ocultar el placer que gozamos. La radiante sonrisa de satisfacción que se dibuja en nuestros labios y el brillo en los ojos reflejan la complicidad que únicamente a nosotros nos pertenece. A Rosita nunca la volví a ver. Los invitados, la música, las mantas, los juguetitos, todo eso quedó allí, como siempre “En el mundo de los sueños” y ahora aquí en la historia escrita. Aunque sé que en el mundo real, la imagen de Alejandro no se apartará de mi mente por mucho tiempo espero que el ferviente deseo de estar entre sus brazo nuevamente sea suficiente para revivir la aventura que disfruté al máximo esta inolvidable noche. Por: Luzma Schulze