PARQUE MOTOR
Renfe serie 444 en Atocha. Años 80. Foto: flickr
Eran trenes realmente cómodos y silenciosos, ya que sus bogíes disponían de suspensión neumática o por balonas de aire, algo muy novedoso que dos años después
veríamos ni más ni menos que en el flamante y nuevo TGV francés, siendo muy
efectivas para filtrar las graves irregularidades, “ripados” y baches, de las vías de
“nuestra querida” Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE), que precisamente nunca han gozado de un buen mantenimiento, ni siquiera mediano, aunque
muchas de ellas si disponían de excelentes trazados en planta realizados a finales
del siglo XIX, con largas rectas y curvas de amplio radio, capaces de ofrecer “buenas
marchas” de itinerario, pues ya en épocas del vapor se rodaba “llaneando” a más de
120 km/h de “máxima”.
Seriá en uno de estos trazados, en concreto en uno de la compañía MZA, donde
nuestros “revillas” alcanzasen su mayor éxito nada más comenzar sus viajes en explotación comercial en Junio de 1980, poniendo en marcha el innovador servicio
Intercity en España, entre Madrid y Valencia con nada más y nada menos que 8 rápidos servicios diarios, consiguiendo velocidades medias de algo más de 100 km/h,
algo que para entonces constituía todo un récord, que solo algunos trenes Talgo
podían igualar. Los tiempos de viaje de Madrid a la capital del Turia y viceversa, se
recortaron hasta las 4h 45min. y entre Madrid y Albacete se alcanzaba la velocidad
máxima en más de 75% del trayecto, con una media de 121.6 km/h entre Alcázar de
San Juan y Albacete.
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