Revista Tarapaca Insitu Nº8 TarapacaINSITU_08 | Seite 24
LOS GIGANTES GENTILES
están en peligro en Tailandia
texto y fotografías por LILIANA ROJAS
ES DIFÍCIL IMAGINAR QUE ANIMALES TAN GRANDES Y FUERTES COMO LOS ELEFANTES PUEDAN SENTIR TANTO MIEDO
DE LOS HUMANOS, PERO EL HISTORIAL DE ABUSOS Y MALTRATOS A LOS QUE MUCHOS HAN SIDO SOMETIDOS DESDE
SU MÁS TEMPRANA EDAD, DAN CUENTA DE ESE TEMOR HISTÓRICO QUE LOS ESTÁ LLEVANDO ACELERADAMENTE A
SU EXTINCIÓN. PARA EVITAR QUE ESTO OCURRA, DESDE 1996 EXISTE EN TAILANDIA UNA FUNDACIÓN Y PARQUE DE
REHABILITACIÓN DE PAQUIDERMOS, QUE SOBREVIVE GRACIAS A DONACIONES INTERNACIONALES Y LA COLABORACIÓN
DE VOLUNTARIOS PROVENIENTES DE DIVERSOS PUNTOS DEL PLANETA. LA PERIODISTA IQUIQUEÑA LILIANA ROJAS
PERTENECE A ESTE GRUPO Y ESTA ES SU HISTORIA.
A
las seis de la
mañana de un
día cualquiera
en Elephant
Nature Park, en Chiang
Mai, al norte de Tailandia,
suenan los despertadores para
comenzar el día. Cientos de
voluntarios provenientes de
los más diversos puntos del
planeta, motivados por la idea
de aportar a la rehabilitación
de elefantes liberados del
maltrato y abuso por años,
trabajan en variadas tareas
que van desde preparar sus
comidas, limpiar sus desechos,
recolectar hojas de bambú,
hasta acompañarlos en sus
caminatas diarias, entre un
gran número de misiones que
día a día dan vida a este refugio
animal.
En buena medida, Elephant
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Nature Park subsiste gracias a
donaciones y la presencia de
voluntarios, quienes pueden
colaborar por días, semanas
y en algunos casos meses.
Ciudadanos europeos, asiáti-
cos, americanos y de Oceanía,
conforman un muy variado
grupo de alrededor de 60 a 70
personas diariamente, los que
se suman a los trabajadores
habituales del parque. Entre
todos abordan la gran cantidad
de misiones que se requieren
para el buen funcionamiento
de este centro de rehabilitación
animal, que en su totalidad
alberga a alrededor de 800
animales, entre elefantes,
búfalos, vacas, perros y gatos,
todos ellos rescatados de
maltrato o abandono.
Sin duda las estrellas del
parque son los elefantes asiá-
ticos, variedad de paquidermo
un poco más pequeña en ta-
maño que los africanos. Estos
son rescatados después de una
vida de sufrimiento. Cuando
pequeños son capturados
desde sus entornos naturales;
los cazadores identifican una
manada y ponen su objetivo en
los más pequeños, pero para
poder llevárselos deben luchar
contra la férrea defensa de los
mayores, quienes -muchas
veces tratando de evitar que
les quiten a sus crías- mueren
a balazos, lo que ha provocado
una fuerte disminución de
la población de elefantes en
Tailandia, dejándolos en un
evidente peligro de extinción.
Así, las crías capturadas son
sometidas a entrenamientos
basados en golpes y malos
tratos, hasta lograr someterlos
y adiestrarlos para ser utiliza-
dos como animales serviles
en instalaciones de talas
ilegales, atracción de circos y
también para llevar a personas
en paseos turísticos. Son
golpeados, mal alimentados
y cuando no, son sometidos
a largos días de trabajo y
encarcelados con cadenas en
pequeños espacios, como si
fueran esclavos. Incluso, en la
actualidad, miles de elefantes
deambulan por grandes
ciudades como Bangkok con
sus mahouts (cuidadores y
adiestradores) en busca de
donaciones de turistas o del
público y con cada flash de las
fotos que les toman, poco a
poco los van dejando ciegos.
Esa es su triste realidad, muy
lejos de su entorno natural en
la selva asiática.