La primera está explicitada en el juramento y no admite dudas. Debemos ser garantes del juego limpio y nuestro comportamiento implica la más completa imparcialidad. En el momento que nos ponemos el uniforme de árbitro debemos abstraernos de nuestro país u organización de origen. En esto no es necesario profundizar, ya que es asumido en forma natural. Sin embargo, existen otras consideraciones que no resultan tan obvias y por ello es conveniente destacarlas.
IWF, de diferentes maneras y en diferentes instancias, ha hecho presente la importancia de tenerlas presente y a lo largo del tiempo se ha escrito bastante respecto del tema, por lo que aquí se detallará no es ningún descubrimiento nuevo, sino un intento de resumir algunas de ellas para que no ocurra eso de que lo obvio, por sabido se calla y por callado se olvida.
Una primera recomendación útil es recordar que el mejor arbitraje es el que tiene un comportamiento sobrio. No el que tiene excesivo protagonismo. Los grandes protagonistas son los deportistas y nuestro rol debe contribuir a que sean ellos quienes brillen.
En este aspecto, es recomendable identificar y resolver los problemas teniendo en cuenta como se ven desde la perspectiva del atleta, del entrenador o como parte del público, tanto presente como televidente. Esta consideración hará más fácil el trabajo y será útil para el desarrollo de la competencia.
Un claro ejemplo de esta situación se da respecto del tiempo que se toma el jurado o los controladores técnicos para la resolución de alguna situación puntual durante el desarrollo de la competencia, mientras los deportistas se enfrían y desconcentran.
Para evitar o disminuir el efecto de inconvenientes como los mencionados, es tarea de todos cerciorarse que el interior del local de competencia esté en
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