Revista SICES - Segunda Edición 2019 Julio 2019 | Page 12

6 Ciencias de la Educación, Humanidades y Artes Mito bíblico Jonás fue un profeta de Israel que vivió durante el reinado de Jeroboam II*. Nació en Gat-Héfer un pueblo cercano a Nazaret. Profeta o su término hebreo Nabi “…probablemente se deriva de una raíz que significa ‘anunciar’ o ‘proclamar’” (Nelson, 1998, 1,139), Jonás es aquel que anuncia o proclama el mandato de su Dios. Es a este profeta que se le atribuye la autoría del libro bíblico (Nelson, 1998). Llegó a predi- car en un periodo donde los habitantes de Israel se apartaron de las enseñanzas de Dios. Jeroboam II* y su padre llega- ron a provocar la idolatría y, llenos de ambición, desobedecieron el mandato de Dios y escogieron a sacerdotes que no pertenecieron a la tribu de Leví. Anterior a Jonás, el profeta Elías había empezado la lucha para eliminar la idolatría y el culto al dios Baal, dios cananeo de la fertilidad. Elías ya había muerto y ascendido al cielo en una car- roza de fuego y su sucesor Eliseo había muerto durante el reinado del padre de Jeroboam II (Nelson, 1998). El libro bíblico de Jonás comienza cuando Dios le ordena partir a Nínive, donde debe profetizar y advertir el castigo del Todopoderoso a sus habi- tantes, ya que: “…ha subido su maldad delante de mí” ( Jonás 1:2, Versión Reina Valera, 1960). Nínive era la capital de Asiria y considerada un lugar lleno de violencia, vicio, robo y muerte (Nahúm 3:1). Inmediatamente Jonás se embarca en Jefté, con rumbo a Tarsis, España, dirección contraria de Nínive ( Jonás 1:3). Jonás no atiende el mandato de Dios y decide huir en barco, lo más lejos posible. Al salir de la costa, Dios castiga a Jonás y crea una tempestad que envuelve al barco que lo llevaba a Tarsis ( Jonás 1:3). Los demás tripulantes tratan de aligerar la carga del barco sin mayor éxito y luego intentan clamar a sus diferentes dioses, sin respuesta alguna. Mientras éstos intentan sobrevivir, Jonás decide bajar a las partes infe- riores del barco y dormir. Cuando es encontrado durmiendo se le des- pierta y se le exige orar a su Dios por misericordia. Inmediatamente deciden determinar quién de los tripulantes del barco es el responsable de la tempes- tad que los arremete. Terminan iden- tificando a Jonás como el responsable ( Jonás 1:5-7). El Profeta confiesa, ante los demás, que es hebreo y les hace saber que huye de su Dios. La tempestad los arremete cada vez más fuerte y los marinos cuestionan a Jonás. Éste termina com- prendiendo que es a él a quien castiga. Jonás les ordena que lo lancen fuera del barco. Los marinos se niegan a tirarlo al mar e intentan abrirse paso por las olas, pero es inútil y la tormenta los acorrala ( Jonás 1:9-13). Como última instancia, deciden tirar a Jonás del barco y cuando lo hacen el mar se aqui- eta. Los hombres del barco reconocen al Dios de Jonás y le ofrecen sus votos ( Jonás 1:14-16). Jonás cae a las profundidades del mar y por orden divina un gran pez lo traga. Llegaría a permanecer en el interior del pez durante tres días y tres noches. ( Jonás 1:17). Una vez dentro del pez, Jonás reflexiona y por medio de la oración se comunica con Dios. En esta oración, se encuentra un Jonás penitente que reconoce sus errores y el mandato del Todopoderoso. Reflexiona sobre esos momentos de tempestad, donde se hunde en el mar ( Jonás 2:1-6). Luego de estos tres días y tres noches, dentro de la ballena, Dios hace que el pez lleve a Jonás a tierra firme ( Jonás 2:10). Una vez más Dios le pide a Jonás ir a Nínive. En esta ocasión, Jonás obedece y llega a la capital Asiria a profetizar la destrucción inminente de esta ciudad ( Jonás 3:1-4). Los habitantes prestan atención, reconocen sus errores y enmiendan sus faltas a Dios, quien al ver esto los perdona ( Jonás 3:5-10). Jonás encolerizado ora a su Dios y lo cuestiona. El profeta no logra com- prender Su proceder y le hace saber que esa fue la razón de su intento de huida a Tarsis. El profeta sabía que Él los perdonaría, que con su misericordia los absolvería. Jonás, colérico, le exige a Dios que le dé la muerte en ese mismo momento ( Jonás 4:1-4). El Profeta decide irse a las afueras de Nínive y esperar que Dios cumpla su petición, con aquello que le mandó a profetizar: la destrucción de la capital Asiria. Cerca de la cabaña, donde Jonás espera, Dios hace crecer un ricino para darle sombra. Éste se siente muy alegre con el arbusto, cosa que dura poco, ya que Él manda a un gusano a comerse el arbusto; esto para enseñarle una lec- ción de misericordia al Profeta ( Jonás 4: 5-8). Dios siente piedad de la misma manera que Jonás la siente por un ricino. Cómo es posible que no vaya a tener misericordia por una ciudad entera ( Jonás 4:9-11). Con esta última enseñanza de Dios hacia Jonás termina este breve libro bíblico. El “Jonás” de Cardona Bulnes Se hace mención de Jonás en la obra de Edilberto Cardona Bulnes en el primer verso de la sección 8-IV/ 22-25- VIII: “Estas líneas, en estas manos, de Jonás…” (Bulnes, 1980, 16), en este primer verso, el poeta identifica sus manos, como las mismas manos de Jonás, se identifica como este perso- naje. Al igual que este profeta dentro de la ballena, también se encuentra en la oscuridad, en las profundidades: “-Saturno-, oyendo a Hécuba, sin rumbo/ manando a oscuras” (1980, * Jeroboam II: Décimo tercer Rey de Israel, fue el hijo y sucesor de Joas. Su reinado abarcó del 787 al 747 a. C.