Como ellos denominan a los individuos que padecen este
problema. De ahí, que en la actualidad una traducción libre de
burnout sea la de quemado, cuando realmente lo que se está
reflejando es una situación cualitativamente más grave
llegando a carbonizarse (págs. 36-37).
Estos mismos autores plantean que burnout tal vez pueda ser descrito
como el estado mental y físico resultante de los efectos de debilitamiento
experimentados por sensaciones negativas prolongadas, relacionadas con el
trabajo y el valor que le merece al empleado el “cara a cara” del trabajo y de
los compañeros, asimismo, proponen cuatro fases por las cuales pasa todo
individuo
con
burnout:
1.
Entusiasmo,
caracterizado
por
elevadas
aspiraciones, energía desbordante y carencia de peligro; 2. Estancamiento,
que surge tras no cumplirse las expectativas originales, empezando a aparecer
la frustración; 3. Frustración, en la que comienzan a surgir problemas
emocionales, físicos y conductuales. Esta fase sería el núcleo central del
síndrome; y 4. Apatía, que sufre el individuo y que constituye el mecanismo de
defensa ante la frustración.
En esta misma época, Gillespie (1980), citado por Gil (2005b),
intentando resolver la ambigüedad definicional, que según el autor existe,
clasifica al burnout según dos tipos claramente diferenciados: “burnout activo,
que se caracterizaría por el mantenimiento de una conducta asertiva, y burnout
pasivo en el que predominarían los sentimientos de retirada y apatía” (pág.
21).
El
activo
tendría
que
ver,
fundamentalmente,
con
factores
organizacionales o elementos externos a la profesión, mientras que el pasivo
se relacionaría con factores internos psicosociales. El autor abre, de esta
forma, la posibilidad de la existencia de varias manifestaciones del burnout
que, posteriormente, otros autores retomarían para intentar explicar la
complejidad del síndrome.
46
Arbitrado
esbozando: