El éxito de una organización depende de su capacidad para saber
utilizar los valores de la sociedad global como apoyo para las normas que
desea implantar. Con esta conducta obtiene un alto grado de adhesión del
personal a la filosofía que ella propone, expresada en su visión, misión y
valores. En ese sentido, la cultura organizacional está constituida por un
complejo conjunto de condiciones de trabajo que abarca valores, tradiciones,
políticas, supuestos, comportamientos y creencias que en gran medida son
compartidos por un grupo humano, se manifiesta fundamentalmente en el
lenguaje y los comportamientos de lo que se hace y se piensa en una
institución, empresa u organización y dando a sus miembros sentido de
pertenencia e identidad (Rodríguez, 2009). Por su parte, López (2005):
considera que los valores organizacionales son valores compartidos,
consisten en ser el cimiento de la organización y generan beneficios para las
personas y empresas que los aplican.
Los valores organizacionales envuelven el conjunto de creencias que
una organización tiene sobre su quehacer diario; son el fuerte soporte de la
cultura organizacional, inspiran y dan marco a la misión, visión y objetivos de
la institución; han de internalizarse de tal manera que se manifiesten y sean
tangibles en la actividad diaria de cada uno de los miembros de una
organización. En consecuencia, guían la actividad humana en todas sus
manifestaciones y por eso se espera que todos los miembros de la
organización unan sus valores personales con los organizacionales,
conformando un clima armonioso y exitoso.
Sin embargo, la sociedad en su conjunto viene atravesando, según
Briceño (2016a): una crisis de valores que, de alguna manera, es ocasionada
por la adquisición de algunos antivalores y afecta distintos ámbitos, entre ellos,
la educación y sus instituciones. Con relación a esto, Spluga (2015): habla de
la existencia en Venezuela de una crisis de valores en los espacios escolares,
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Artículo Arbitrado
1. Introducción