Es común observar que existe una desmotivación general de los
jóvenes hacia el logro de metas académicas y personales, para esta
generación no es sencillo enfrentar el desencanto postmoderno. Sobre ello,
Giussani (2008): afirma, “el hombre postmoderno, no le interesa el proyecto
histórico de la modernidad, sigue negociando, previendo, atrincherado en sí
mismo como si la historia no tuviera finalidad” (pág. 79); Es deber humano
mejorar el planeta y su civilización. Aun cuando, se dejó de soñar con un
mundo ideal, se puede construir un lugar mejor donde todos puedan convivir
en paz. Corresponde a la juventud asumir la gran responsabilidad de construir
y reconstruir una sociedad mejor para el futuro, eso solo se logra desde el
aporte individual que a posteriori se convierte en el aporte colectivo a la
sociedad que le circunda.
La filosofía representa una alternativa de índole prioritaria para la
construcción del hombre que contribuya desde su mundo a mejorar las
relaciones interpersonales en todos los ámbitos de la sociedad, la cultura
ciudadana para la paz desde la escuela y la familia constituyen los simientes
para la consolidación de ese ser humano comprometido a actuar y tomar
decisiones conforme a los valores y principios propios de una sociedad bajo
los preceptos de la ética y la moral que necesita la sociedad actual. Para
alcanzar formar y educar a estos sujetos comprometidos con la sociedad, la
paz, y la convivencia en tolerancia se requiere del trabajo mancomunado de
escuela, familia y sociedad por lo que la responsabilidad abraza a un tren de
personas que estén dispuestos a trabajar con el corazón y las manos en un
sueño casi utópico, debido a que las diferentes situaciones de violencia,
intolerancia e indolencia que se viven hoy en día nos deja en evidencia que
vamos en sentido contrario al ideal de una cultura ciudadana para la paz y la
convivencia en tolerancia y en amor.
Por lo que esta labor debe ser intencional y consciente en todo el
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Arbitrado
como argumento existencial al diálogo, la palabra.