educador, según sea el panorama al que se enfrenta, debe asegurarse y
reconceptualizarse; tal como plantea Martínez B (2001) “el compromiso radical
de la escuela con la educación del ser humano no puede eludir su posición
crítica con las políticas de injusticia y desigualdad. Estas deben seguir siendo
una cuestión básica en todo educador”. (pág. 95). En este sentido la educación
debe seguir siendo en esencia una liberación para el ser humano, que lo
emancipe de sus albedríos, que le permita concebirse a sí mismo.
Desde este punto de vista, el docente, como agente principal del
proceso educativo, de cambio, debe definir un permanente y profundo nivel de
compromiso con su praxis pedagógica, a fin de poder responder a la demanda
social, y en consecuencia a la formación íntegra de una cultura social. Siendo
así, el compromiso docente implica una toma de conciencia hacia una acción
pedagógica centrada en la formación.
Al respecto Cortés (2004) confirma lo anterior al referir que “La mayor
necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren;
hombres que sean sinceros y honrados en lo más infinito de sus almas”. (pág.
54). El docente que pone el corazón en lo que hace nunca fracasará. Será el
ductor apropiado para llevar la sabia del saber para transformar a los que ha
de educar.
3.2. Compromiso Ético del Docente de Hoy – El Docente deseado
El docente de este siglo debe poseer conocimientos académicos,
pedagógicos y capacidades que le permitan brindar aprendizajes significativos
a sus discípulos. Demostrando ser además un sujeto competente, agente de
cambio, que domina contenidos cónsonos con los avances tecnológicos, que
responde activamente ante el diálogo para lograr así la vinculación teórico-
práctica.
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Artículo Arbitrado
Dadas estas circunstancias, el compromiso social de la educación y del