Al hablar sobre los propósitos de la evaluación se hace referencia al
papel fundamental de la evaluación como orientación al docente, al estudiante,
a los planificadores y admiradores de la educación. De esta función se
desprenden procesos que son inherentes al proceso de evaluación, estos son
la Autoevaluación, Coevaluación y realimentación. Es importante señalar que
la debe tratar de describir (lo que está bajo discusión), valorar y remediar (los
errores y deficiencias). La evaluación tradicional normalmente es válida sólo
en el segundo aspecto (valorar), y con frecuencia se olvida del tipo de consejo
y apoyo que necesitan los estudiantes para triunfar en sus estudios.
Se ha de insistir que los procedimientos de evaluación adquieren un
sentido u otro, se aplican de una u otra manera, según la actitud con la que se
aborda la actividad evaluativa. Algunos términos como diálogo, consenso,
flexibilidad, autorreflexión, coevaluación y participación deben animar la
actividad evaluativa si se pretende lograr una verdadera transformación en la
praxis evaluativa universitaria y que tenga un impacto en la calidad de los
procesos de aprendizaje de los participantes en el hecho educativo.
Autoevaluación, para concretar la definición de autoevaluación debe
remitirse a la idea fundamental de la de aprendizaje. A este respecto debe
comprenderse que, el mismo se produce por una reacción del individuo en
respuesta al medio ambiente. Es decir, es la respuesta que da el individuo a
las experiencias que obtiene del medio.
Coevaluación: Esta alude a las secciones de clase en las que, con la
participación o no del facilitador, se realiza un esfuerzo por evaluar la
efectividad del grupo completo o de algunos subgrupos en cuanto a ciertos
fines. La coevaluación es producto de la comunidad de aprendizaje, por tanto,
son los mismos alumnos y alumnas quienes valoran sus progresos y
debilidades. El docente, en este caso, solo cumple la función de orientadora
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Arbitrado
2.2. Autoevaluación, coevaluación y realimentación.