Revista Scientific Edición Especial - Febrero-Abril 2017 | Page 36
reflexión, la motivación y el liderazgo que inspire a las maestras y maestros
asumir la educación como compromiso social.
Desde esta perspectiva el líder educativo debe inspirar confianza,
solidaridad, motivación y buenas relaciones interpersonales, para que su
liderazgo como docente directivo sea optimo y contribuya a los objetivos
propuestos de su institución. Con referencia a lo anterior Chiavenato (2001)
plantea que la:
“Gerencia Educativa: puede concebirse, como el proceso a
través del cual se orienta y conduce la labor docente y
administrativa de la escuela, y sus relaciones con el entorno,
con miras a conseguir los objetivos institucionales mediante el
trabajo de todos los miembros de la comunidad, a fin de ofrecer
un servicio de calidad, y coordinar las distintas tareas y
funciones de los miembros hacia la consecución de proyectos
comunes.” (pág. 18).
En tal sentido, para el logro de un proceso educativo de calidad se
conjugan una serie de aspectos que transcienden más allá de las aulas de
clase, donde la efectividad de las instituciones educativas radica en tener una
misión y enfoque académico claro, contar con directores que sean lideres
formativos, proactivos al cambio, y estimuladores de todo el personal para que
participe en la ejecución de éste; adaptarse a los avances y transformaciones
económicas, científicas, tecnológicas, sociales, políticas y culturales de la
sociedad actual, con el propósito de brindar una educación óptima.
En tal sentido, Alvarado (2009), expresa que:
“Los directivos de las instituciones deben ser funcionarios
técnica y humanamente capacitados, creativos e innovadores
y con una actitud permanente hacia el cambio, con excelente
motivación que exprese su compromiso e iniciativa hacia la
tarea educativa, con habilidades sociales o capacidades que
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Arbitrado
dinamizador para la transformación de la práctica educativa mediante la