Después de hacer una muy breve visita
de paso por esta bella ciudad, partimos
rumbo a Shanghái, China para luego tomar un
segundo avión rumbo al sur.
En el avión, ya se olía ese aroma asiático.
La aeromoza me preguntó en un delicado
francés si quería comer comida asiática u
occidental. No lo pensé y recibí mi primer
almuerzo asiático. Arroz con carne y
verduras, muy bueno, después de unas horas,
ya estábamos de noche y llegamos a un gran
aeropuerto lleno de letreros en chino que
no entendíamos nada pero la traducción en
inglés fue un salvavidas.
Muy poca gente en el aeropuerto hablaba
inglés, por no decir nadie.
Eso no fue un impedimento y seguimos
nuestro curso para llegar al destino final,
Nanning.
En el aeropuerto de Shanghái, nos esperaba
una chica china (Alicia) que sería nuestra
intérprete chino-español. Con un poco de
hambre, después de haber volado un buen
par de horas, decidimos comprar algo. Se
veían ya restaurantes al mejor estilo asiático
con el típico pato rostizado con cabeza y
patas. Algo totalmente diferente para mis
compañeros de ruta, pero algo que ya conocía
y no me impresionó.
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