Luego del desayuno de campeones, aterrizamos
directamente en una boletería para comprar
nuestras entradas a los dos días del famoso
festival llamado “Surf Fest!”, nuestro pretexto para
ir a Sagres. Ya con las entradas en mano decidimos
ir a probar cómo andaba la comida portuguesa en
esa bella ciudad rodeada por el mar. La exquisita
comida con el buen vino de aquel restaurante,
del cual no recuerdo el nombre, nos invitó a irnos
derechito a dormir la siesta en la playa. Las tablas
de surf, la belleza de los trajes de baño de las chicas
y el sol, hizo que nuestra tarde fuera perfecta. Algo
de ejercicio para el cuerpo, algo de ejercicio para los
ojos, algo de ejercicio para la imaginación y algo de
ejercicio para el espíritu que se volvía cada vez más
y más imponente.
Fuimos a nuestra instalación campestre, donde
pudimos disfrutar de una reponedora ducha, nos
pusimos bonitos, algo que no es fácil de lograr,
tomamos nuestras entradas y nos fuimos al primer
día de nuestro “Surf Fest” con toda la energía que
ese lugar nos regaló.
SAGRES, PORTUGAL
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