Los niños andaban en bicicleta hasta que
se cansaban y uno siempre terminaba solo,
intercambiando cigarros con los “Metralleta
Boys” hasta que, por temas de seguridad,
nos pedían que si podíamos apagar la luz del
alumbrado público para establecer un poco
más de control y estar más atento por si
alguien de otra favela ingresaba. Todo en una
conversación relajada y buena onda.
Sin embargo, en cada segundo los “Metralleta
Boys” permanecían atentos a sus walkie-
talkie comunicándose con otros dentro de la
misma favela para saber si la policía estaba
cerca. Muchas veces al día lanzaban bengalas
para anunciar de qué territorio la policía o las
fuerzas armadas estaban cerca, sin importar
si eran las 5 de la mañana.
El sonido es fuerte y asusta bastante, sobre
todo si los lanzan afuera de tu ventana pero
al igual que los otros hábitos que ellos tienen
con el pasar de los días me di cuenta que
nadie se asustaba cuando las lanzaban y
todos seguían su curso normal. Por ejemplo,
los niños que venían saliendo de clases,
continuaban bromeando, jugando y saltando
Bastaba 3 segundos para mirar la estela de
humo que dejaban en el cielo y luego seguían
riendo y jugando. Lo mismo pasaba con el
viejo que hablaba solo debajo de un árbol, él
seguía fumando su cigarro. Yo por mi parte,
seguía conversando por Skype con mi mamá y
dejándole claro que estaba bien y que esto era
pan de cada día.
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