HANGZHOU CIUDADES DE LA GRAN CHINA
En invierno, el lago congelado es un espejo
celestial. Refleja los árboles de plata y las
pagodas de marfil. En cada amanecer y
atardecer, el eco de las campanas y oraciones
de los templos y pagodas se escucha en toda
la ciudad. Cuando Marco Polo visitó el Lago
Oeste, se enamoró del lugar a primera vista.
Según él, no hay otro lugar más armonioso
que Hangzhou en este mundo.
La belleza natural del Lago Oeste también
hizo nacer muchas leyendas. Cuentan que
del lago nació una mujer muy hermosa, pero
ella tenía cola de serpiente en lugar de pies.
Ella se enamoró de un joven muy lindo, pero
para la mitología china, la serpiente significa
maldición. El joven la abandonó y el marqués
de la ciudad la encarceló en la Pagoda
Leifeng. Después de 9 meses, la mujer dio
luz a su hijo y cuando este creció, fue un
día al Templo Lingyin para contar la triste
historia de su madre a Buda. Este le dio una
espada sagrada y con ella el niño derrumbó
la Pagoda, salvando a su madre. Buda la
llevó al paraíso para que no sufriera más en
el mundo y nombró a su hijo como protector
de Hangzhou. Con la espada sagrada, el niño
podía ejecutar a todas las criaturas malignas
que desean ensuciar la pureza de la ciudad y
del lago o encerrarlos en la Pagoda Leifeng. Y
hasta el presente, todavía se puede escuchar
sus voces en esa Pagoda.
En la actualidad, Hangzhou sigue siendo la
“Ciudad Celestial” pero ahora con un toque de
arquitectura moderna. En el 2007 se inauguró
el Puente Hangzhou Bay, el segundo más
largo del mundo. Desde el puente, se puede
apreciar las enormes olas azules del Pacífico;
hacia adelante, el camino se pierde entre la
neblina del mar; pero hacia atrás, la belleza
pura de Hangzhou jamás será manchada.
Hangzhou siempre será la Ciudad Celestial.
Por: Weilong Guan, Beijing, China.
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