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EL CRÁNEO DE CRISTAL

La calavera de Mitchell-Hedges a la que llamaron“ Cráneo del Destino”, estaba esculpida en una sola pieza de cristal de roca; era de tamaño similar a una real, de unos 22,6 cm de diámetro y unos 5kg de peso; contaba con una mandíbula articulada, que la expedición aseguró haber encontrado tres meses después en el mismo lugar. Verificar la autenticidad del cráneo del Destino resultaba sumamente complicado en la década de los 40 y los 50. Al carecer de contexto y tratarse de un objeto de cuarzo piezoeléctrico, el mismo material que se emplea para fabricar los circuitos de los computadores. No se podía datar mediante métodos científicos como el carbono 14, que sólo es aplicable a materia orgánica.
Los cráneos de cristal de cuarzo se han asociado a los pueblos mesoamericanos precolombinos: aztecas, mayas, toltecas y mixtecos. Pero, de hecho, nada se sabe de su origen, puesto que ninguna calavera procede de una excavación documentada. Ni tampoco se conoce con certeza dónde fueron encontradas ni cómo. Hay quienes se aventuran a afirmar que son el legado de inteligencias superiores procedentes de otros mundos; que son vestigios de Atlantis o de Lemuria; e incluso hay una teoría que defiende que fueron fabricadas por una sociedad sumamente sofisticada que vive en el interior hueco del centro de nuestro planeta.
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