UN PASEO POR AMSTERDAM
Coticé el Barrio Rojo y estaba al alcance de mi bolsillo, así
es que me propuse seguir con la otra parte del plan, los
detalles pertenecen a mi intimidad, por lo que no diré una
palabra a no ser que me sobornen con un par de piscolas.
Las esquinas pobladas de bicicletas, tal vez 300 por
esquina? Todas iguales, me costaba un mundo reconocer
la mía. Por fin llegó el día de los hongos, el Vondel Park y
el museo de Van Gogh. Me levanté temprano, tomé un
buen desayuno y partí en mi bicicleta arrendada. Llegué
a uno de los locales donde se podía adquirir mi pasaje al
mundo de los colores. Hablé con el vendedor del local y le
expliqué que nunca había comido esta maravillosa obra
de la naturaleza, por lo que él me recomendó unos que
eran muy suaves y solo media dosis. Me fui al maravilloso
Vondel Park, había música, mujeres haciendo picn- nics
con esas canastitas como las que salen en las películas,
otras personas jugando con sus perros, instructores de
yoga, gente paseando a caballo, y un sauce que escogí
para cobijarme del sol y comer mi preciada mercancía.
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