Pierre Bayard, por cierto, no patenta un burdo
manual para “hablar en público de libros que
no se han leído”, sino que al contrario, toma
como hecho fundamental que en todo ámbito
de la vida humana reina una gran hipocresía –
más aún en el mundo académico- por lo que
la no-lectura no debe ser un escollo a la hora
de hablar sobre aquellos libros no leídos,
sino que nos insta a utilizar esta desventaja
como un resorte imaginativo, que nos
empuje a analizar detalles, arcos temáticos
o personajes inexistentes, que sólo son
capaces de existir gracias a la actividad
creativa de los interlocutores.
EL ARTE DE LA NO
LECTURA
Cada capítulo del libro
contiene
un
ejemplo
literario, que es examinado
como si se tratara de hechos
reales. Así, tenemos el
secreto de la abadía y el libro
maldito, en El nombre de la
Rosa, de Umberto Eco. En “El
tercer hombre”, de Graham
Greene, vemos en un pasaje
las delirantes aventuras de
un escritor de best-sellers
que es confundido con otro
más selecto. Uno de los más
divertidos, en “Las Ilusiones
perdidas, de Balzac., muestra
el caso de un cerrado grupo
de críticos y editores que
publican y comentan sin
la necesidad de leerse los
libros,
Este libro es una exquisitez,
tanto por su humor ácido
y refinado, propio de un
Oscar Wilde disparando
a quemarropa (el cual
también es mencionado en
la obra) como por su sentido
lúdico de la literatura, que
podríamos encontrarlo en
otro epígono francés: George
Perec. Una vez terminada la
lectura de la obra, de seguro
quedará discurseando en
nuestras cabezas eso que
siempre supimos referente
a la conversación en torno
a los libros, pero que nunca
tuvimos la posibilidad de
leerlo en un trabajo dedicado
íntegramente al tema.
Por: Pablo Rumel.
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