¿A qué me refiero? A lo que comentaba hace un rato:
siento cansancio, pesadez, subida de peso, ansiedad y
una serie de síntomas que me dejan un malestar físico,
mental y emocional. Claro, esto en ocasiones puede
ser casi inmediato o puede irse acumulando hasta
terminar en alguno de los síntomas que mencioné. Así
me pasa, pero igual tú lo vives diferente o tal vez no has
escuchado a tu cuerpo y no reconoces aquello que le
hace bien y aquello que no.
Yo creo que cada persona es diferente.
Tenemos una BIOINDIVIDUALIDAD, y eso mismo
es lo que hace que tengamos diferentes
reacciones ante lo que comemos; mas también
creo que una vez que elegimos comer o tomar
algo, no podemos tener el control completo de
como reaccionaremos.
Ahora me explico y retomo lo que les platicaba al
principio: nuestro intestino es un segundo cerebro.
Así como tenemos una huella digital
única, así en nuestro intestino
tenemos una huella única
que está formada por
microorganismos (microbiota)
necesarios para mantener
nuestra salud.
Como todos los organismos, también tienen la necesidad
de comer para mantener su propio ciclo de vida, del cual
en gran medida dependemos para también mantener
nuestra vida. Justo allí es donde nosotros ya no tenemos
el control, porque así como nos alimentamos, también
alimentamos a esos microorganismos.
El problema es que no conocemos ni estamos
conscientes que al alimentarnos, gran parte
de lo que comemos es aprovechado por esos
microorganismos; que si no están en equilibrio
(como es el caso de la mayoría de las personas),
entonces en vez de promover la salud,
nos estarán causando reacción, síntomas o
enfermedades.
Aquí es donde entra el concepto de inteligencia
nutricional. Howard Gardner clasificó 8 tipos de
inteligencias. Creo que es posible que haya más,
incluyendo la nutricional.
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La Dra. Magda Carlas dice que las personas con
inteligencia nutricional saben elegir entre todas las
posibilidades de alimentarse.
Yo creo que es cierto, es un escuchar:
-LO QUE EL CUERPO REQUIERE,
-CÓMO LO QUIERE,
-PARA QUÉ Y
-CUÁNDO LO QUIERE.
Los bebés y recién
nacidos lo saben muy bien, pero
con el paso del tiempo somos los
adultos los que no les permitimos
seguir con esa inteligencia. Pondré algunos
ejemplos: darle refresco en el biberón o bebidas
azucaradas, decidir cuándo deben de comer, castigar y
premiar con comida, obligarlos a comer algo que no les
gusta, etc. Así es como nos empezamos a olvidar que
tenemos un regulador interno.
¿Recuerdan que casi al principio les hablaba que cerca
del 90% de la serotonina se encuentra en el intestino?
Bueno, pues esta sustancia es la que se encarga (entre
muchas otras funciones) de mantener nuestro estado de
ánimo alegre y estable. Un bajo nivel de serotonina se
ha observado en personas con depresión, Parkinson y
enfermedades neurodegenerativas.
Si tenemos a alguien cercano que haya presentado estas
enfermedades y observamos cuál ha sido su estilo de
alimentación, tal vez podamos identificar que no tienen
hábitos saludables en cuanto a la comida se refiere. No
estoy hablando de todos los casos. Sin embargo, ha sido
tan marcada esta frecuencia que actualmente se está
investigando para llegar a conclusiones más sólidas
sobre el efecto de la alimentación, la microbiota y la
salud física, emocional y mental.
Escucha a tu cuerpo porque no eres lo que comes, eres
lo que digieres y le das de comer a tu microbiota.
Por: Gabriela Noriega
Lic. en Psicología Clínica | CETYS Universidad
Maestría en Terapia Gestalt, Terapia de 7 Campos
Nutrición Clínica Avanzada ICNS
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