Revista Salud en Armonía Edición 29 | Page 18

ANCE FÍSIC AL UN PRACTICANTE de yoga, yogui o yoguini (para ellas), no viste siempre de la pureza del blanco externa o internamente, ni recita “ommmmmm” como mantra personal cada vez que la vida se pone de reto; danza en el mismo espectro de emociones con matices e intensidades: el miedo, enojo, alegría, tristeza, afecto; y, dependiendo de la cercanía, el contacto consigo mismo, así como el trabajo personal, se confronta a cada paso con el discurso propio de la respetable filosofía del Yoga como sistema de vida. Así se abren las posibilidades: el riesgo de la fuga espiritual, como lo llama el maestro Bob Hall, psicoterapeuta y guía budista laico, la tentación de sentirse liberado y trascendido. Ante esta circunstancia antenas afinadas, la presencia se percibe llena en el espacio, maestras y maestros humanamente sabios con un destello de no pertenecer a esta dimensión, de 16 | 17 haber tocado ya otro estadio y seguramente estar ayudando a otros a un despertar interior. Por el contrario el sobresfuerzo, o la vivencia difusa, sin pies en la tierra volando por los aires sobre el tapete de yoga, haciendo nudos y acrobacia con el cuerpo, predicando bajo el complejo de Gurú; pues efectivamente, la disciplina de la dimensión física del Yoga nos da estos regalos, un cuerpo flexible, fuerte, en vía de purificación, a la par que nos sintoniza en un estado de vibración armónica donde todo parece más luminoso. ¿Qué hacer con ello? ¿Cómo llevarlo más allá de una experiencia, de un momento sobre el tapete? O bien, deseablemente con dosis de valentía, respeto, humildad, honestidad y prudencia tomar la invitación al proceso de ser congruentes, tomando la vía de la práctica del Yoga como un estilo de vida que nos va puliendo. Qué mejor que este afinamiento sea consciente. www.revistasaludenarmonia.com