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Maximiliano Bocco 13 El amor estancado Por Maximiliano Bocco Ahí te vi… estabas tan hermosa, sola como un trozo de nada. Creo que nadie te miraba solo yo lo hacía, aunque estabas tan lejos para que pudiera alcanzarte. Enamorarme de tu belleza no fue difícil pero es tortuosa tu indiferencia, no me miras, qué buscarás en las profundidades de la fuente que es tu dicha tan concéntrica. Tu mirada tan lejana, tan pensativa. Sé que estás a la espera de un amor, lo presiento o al menos así quiero sentirlo y esto es únicamente para tener a qué aferrarme y vivir una ilusión constante. Quiero seguir soñándote mía, siempre mía. Tu blancura un poco interrumpida por el tiempo. Pero a quién no afectan los años. Tu esencia es la misma y la conservarás eternamente, aunque sea en mi alma. Sí, seguro allí estará el amor estancado. Delicada en cada gesto, incluso cuando recoges tu pelo. La sensualidad recorre la punta de tus pies y llega más allá de tu cuello. Quisiera llegar a la cúspide de tu ser. Sentir una prisión en tus brazos. Quítame el aire de ser necesario, no te costará con el perfume de toda tu piel aflojar mis emociones. Verte es contemplar un jardín de rosas, de jazmines con el aroma confuso de la locura y la perdición. Perderme en tu pelo es mi deseo, como la entrega que ya vivimos en otras vidas los dos. Qué pintura clásica y vanguardia música hay en ti. No sé si preguntarlo o afirmarlo, el amor estancado. Efecto de acuarela tendrán tus besos, labios que van con desdén desbordando colores como el esmeralda, el rojo carmecí, un borravino o violáceo para terminar en lo negro. ¿Por qué te aferras a esa tela, por qué no la sueltas? Qué quieres ocultar o cubrir si ya en tu pecho aparece extremamente lo visible de tu esencia. Tus senos de terciopelo a Cleopatra desesperan, ella desata su cólera y de su alma la envidia a la serpiente envenena. Como una sierpe se arrastra, retuerce y menea. Es muy temprano o tarde, la arena la quema. Incinera su alma destruyendo las penas. Escultural figura tienes. Desmesura en los sentidos, pensamientos invadidos infortunio construido he huido has venido he querido has amado y hemos juntos apasionado amor mío a quien yo amo. En el corazón quien te contempla, quien te adora quien te espera. No respondes, no me miras, estás tan quieta ya sin vida. Vive pronto, mira mi rostro en un reflejo tenebroso. No amar es un delirio. Los sentimientos son el camino. Para muchos estás muerta, para mí tan viva como la firmeza reluciente de tus piernas. ¿Cómo no amar y adorarte con tan delicada belleza? Alcanzarte manifiesto que quiero pero duele la indiferencia. Mírame, te lo pido. No sé si llamarte mi Primavera. Necesito de tus ojos, tu mirada abrirá las puertas o me construirá un camino de ser necesario si así lo quisiera. No sé si te enamora lo que menciono con tanta nostalgia, nostalgia de no verte y sentirte. Tenerte únicamente en mis recuerdos como una imagen desgastada y vieja ya raída por la humedad y el tiempo. Envuelta de telarañas enmarañando, ocultando, sofocando y adornando los sentimientos de un amor estancado. La pena invade la vida de quien enamorado te espera. Tal vez estés ocupada buscando tu alma gemela. Déjame llegar a ti, adorarte qué más quisiera. Basta, te lo ordeno, quítame tu indiferencia. La tristeza que me invade y me habita o yo habito en ella, solo quiebra soledades de esperar una respuesta. Una mirada sería requerimiento de apertura a lo dispuesto. Las heridas me sanarían si levantaras la mirada, si dejaras la vergüenza olvidada en el reflejo del agua. Si me observaras un instante y hacia mis brazos vinieras, mas rígida ya te encuentras similar a una escultura.