Maximiliano Bocco
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El amor estancado
Por Maximiliano Bocco
Ahí te vi… estabas tan hermosa, sola
como un trozo de nada. Creo que nadie te miraba
solo yo lo hacía, aunque estabas tan lejos para que
pudiera alcanzarte. Enamorarme de tu belleza no
fue difícil pero es tortuosa tu indiferencia, no me
miras, qué buscarás en las profundidades de la
fuente que es tu dicha tan concéntrica. Tu mirada
tan lejana, tan pensativa. Sé que estás a la espera
de un amor, lo presiento o al menos así quiero
sentirlo y esto es únicamente para tener a qué
aferrarme y vivir una ilusión constante. Quiero
seguir soñándote mía, siempre mía.
Tu blancura un poco interrumpida por el tiempo.
Pero a quién no afectan los años. Tu esencia es la
misma y la conservarás eternamente, aunque sea
en mi alma. Sí, seguro allí estará el amor
estancado.
Delicada en cada gesto, incluso cuando recoges tu
pelo. La sensualidad recorre la punta de tus pies y
llega más allá de tu cuello. Quisiera llegar a la
cúspide de tu ser. Sentir una prisión en tus brazos.
Quítame el aire de ser necesario, no te costará con
el perfume de toda tu piel aflojar mis emociones.
Verte es contemplar un jardín de rosas, de
jazmines con el aroma confuso de la locura y la
perdición. Perderme en tu pelo es mi deseo, como
la entrega que ya vivimos en otras vidas los dos.
Qué pintura clásica y vanguardia música hay en ti.
No sé si preguntarlo o afirmarlo, el amor
estancado.
Efecto de acuarela tendrán tus besos, labios que
van con desdén desbordando colores como el
esmeralda, el rojo carmecí, un borravino o
violáceo para terminar en lo negro. ¿Por qué te
aferras a esa tela, por qué no la sueltas? Qué
quieres ocultar o cubrir si ya en tu pecho aparece
extremamente lo visible de tu esencia. Tus senos
de terciopelo a Cleopatra desesperan, ella desata
su cólera y de su alma la envidia a la serpiente
envenena. Como una sierpe se arrastra, retuerce y
menea. Es muy temprano o tarde, la arena la
quema. Incinera su alma destruyendo las penas.
Escultural figura tienes. Desmesura en los
sentidos, pensamientos invadidos infortunio
construido he huido has venido he querido has
amado y hemos juntos apasionado amor mío a
quien yo amo.
En el corazón quien te contempla, quien te adora
quien te espera.
No respondes, no me miras, estás tan quieta ya sin
vida. Vive pronto, mira mi rostro en un reflejo
tenebroso. No amar es un delirio. Los
sentimientos son el camino.
Para muchos estás muerta, para mí tan viva como
la firmeza reluciente de tus piernas. ¿Cómo no
amar y adorarte con tan delicada belleza?
Alcanzarte manifiesto que quiero pero duele la
indiferencia. Mírame, te lo pido. No sé si llamarte
mi Primavera. Necesito de tus ojos, tu mirada
abrirá las puertas o me construirá un camino de
ser necesario si así lo quisiera. No sé si te enamora
lo que menciono con tanta nostalgia, nostalgia de
no verte y sentirte. Tenerte únicamente en mis
recuerdos como una imagen desgastada y vieja ya
raída por la humedad y el tiempo. Envuelta de
telarañas enmarañando, ocultando, sofocando y
adornando los sentimientos de un amor
estancado.
La pena invade la vida de quien enamorado te
espera. Tal vez estés ocupada buscando tu alma
gemela. Déjame llegar a ti, adorarte qué más
quisiera. Basta, te lo ordeno, quítame tu
indiferencia. La tristeza que me invade y me
habita o yo habito en ella, solo quiebra soledades
de esperar una respuesta.
Una mirada sería requerimiento de apertura a lo
dispuesto. Las heridas me sanarían si levantaras la
mirada, si dejaras la vergüenza olvidada en el
reflejo del agua. Si me observaras un instante y
hacia mis brazos vinieras, mas rígida ya te
encuentras similar a una escultura.