SICA
seguro vas a encontrarte con alguna que ni siquiera figura en Google.
cos y una cantidad
alucinante de títulos. Todo
eso contribuyó al ascenso indiscu-
tible de la máquina. Pero si algo la
alzó aún más por encima de todas
las consolas y computadoras, fue el
potente chip de sonido SID (Sound
Interface Device), que, para algunos,
más que un chip, era un sintetizador
en potencia. Fue desarrollado ínte-
gramente por el ingeniero Robert
Yannes, de MOS Technology, una
empresa dedicada a la fabricación
de semiconductores que había sido
adquirida por Tramiel años antes.
De allí saldrían los dos procesadores
claves en la C64: el microprocesa-
dor de 8 bits MOS 6510 y el MOS
6581, mejor conocido como el chip
SID. Durante varios años, no había
ninguna máquina que pudiera igua-
lar –mucho menos superar– la cali-
dad de sonido que ofrecía la máqui-
na de Commodore.
Si bien cuando salía la C64 las
museodeinformatica.org.ar
CRACKERS
NACIONALES
Antes de existir
gente como los
Pungas de Villa Mar-
telli, había una serie
de crackers que se
dedicaban a piratear
y copiar juegos
para las casas
de computación.
Pero no solo eso,
sino que, al saltear
las protecciones,
incluían intros
propias con música
y animaciones crea-
das por ellos. Estos
héroes –anónimos
en su mayoría– se
transformaron
sin saberlo en los
primeros composi-
tores del
chiptune nacional.
microcomputa-
doras ya habían evolucio-
nado lo suficiente como para emitir
más que simples beeps –o “ruido”–,
cada una de ellas lo hacía de una
manera distinta, acorde al hardware
que poseían. El chip SID permitía un
total de tres canales con cinco ti-
pos distintos de ondas: cuadradas,
triangulares, sierras y ruido. Los
primeros juegos utilizaban un tipo
de onda en cada canal. Pero luego,
los programadores devenidos en
compositores se dieron cuenta de
que el chip les permitía alternar más
de una onda a la vez por cada canal.
Esto permitía una increíble mezcla
de sonidos que ninguna otra consola
o home computer podía igualar. La
NES, por ejem-
plo, poseía cinco
canales, pero cada
uno de ellos podía eje-
cutar una sola onda a la
vez y, además, se hallaban
asignadas a un canal específico. De
esta forma, gracias a este chip, la
música en los videojuegos comenzó
un proceso de evolución jamás an-
tes visto. Los juegos ya comenzaban
a tener compositores dedicados,
que realizaban magníficas obras
musicales, y los casetes, además
de mostrarnos universos mágicos
pixelados, comenzaron a desplegar
las primeras orquestas digitales.
La revolución chiptune
Los primeros compositores empe-
zaron a tomar relevancia algunos
años después de la salida de
Replay n8
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