Revista Replay Nº8 · Diciembre 2017 | Page 13

SICA seguro vas a encontrarte con alguna que ni siquiera figura en Google. cos y una cantidad alucinante de títulos. Todo eso contribuyó al ascenso indiscu- tible de la máquina. Pero si algo la alzó aún más por encima de todas las consolas y computadoras, fue el potente chip de sonido SID (Sound Interface Device), que, para algunos, más que un chip, era un sintetizador en potencia. Fue desarrollado ínte- gramente por el ingeniero Robert Yannes, de MOS Technology, una empresa dedicada a la fabricación de semiconductores que había sido adquirida por Tramiel años antes. De allí saldrían los dos procesadores claves en la C64: el microprocesa- dor de 8 bits MOS 6510 y el MOS 6581, mejor conocido como el chip SID. Durante varios años, no había ninguna máquina que pudiera igua- lar –mucho menos superar– la cali- dad de sonido que ofrecía la máqui- na de Commodore. Si bien cuando salía la C64 las museodeinformatica.org.ar CRACKERS NACIONALES Antes de existir gente como los Pungas de Villa Mar- telli, había una serie de crackers que se dedicaban a piratear y copiar juegos para las casas de computación. Pero no solo eso, sino que, al saltear las protecciones, incluían intros propias con música y animaciones crea- das por ellos. Estos héroes –anónimos en su mayoría– se transformaron sin saberlo en los primeros composi- tores del chiptune nacional. microcomputa- doras ya habían evolucio- nado lo suficiente como para emitir más que simples beeps –o “ruido”–, cada una de ellas lo hacía de una manera distinta, acorde al hardware que poseían. El chip SID permitía un total de tres canales con cinco ti- pos distintos de ondas: cuadradas, triangulares, sierras y ruido. Los primeros juegos utilizaban un tipo de onda en cada canal. Pero luego, los programadores devenidos en compositores se dieron cuenta de que el chip les permitía alternar más de una onda a la vez por cada canal. Esto permitía una increíble mezcla de sonidos que ninguna otra consola o home computer podía igualar. La NES, por ejem- plo, poseía cinco canales, pero cada uno de ellos podía eje- cutar una sola onda a la vez y, además, se hallaban asignadas a un canal específico. De esta forma, gracias a este chip, la música en los videojuegos comenzó un proceso de evolución jamás an- tes visto. Los juegos ya comenzaban a tener compositores dedicados, que realizaban magníficas obras musicales, y los casetes, además de mostrarnos universos mágicos pixelados, comenzaron a desplegar las primeras orquestas digitales. La revolución chiptune Los primeros compositores empe- zaron a tomar relevancia algunos años después de la salida de Replay n8 P.13