START
ÓMO LOS VIDEOJUEGOS
C
CAMBIARON MI VIDA
CUANDO LOS JUEGOS
SON ALGO MÁS QUE
UN CARTUCHO PARA
ENTRETENERSE UN
RATO, PASAN COSAS
INCREÍBLES, SE VUELVEN
UNA EXPERIENCIA
MUY CONSISTENTE
Y MUCHAS VECES
INFLUYEN EN EL CURSO
DE LAS COSAS.
.TXT JIMENA NYMERIA
i familia siempre fue de carácter
lúdico. Los juegos de mesa y de in-
genio siempre gobernaron nuestro
tiempo libre y las vacaciones no eran di-
vertidas si no jugábamos por lo menos una
vez al día. Pero a mis 4 años aparecieron
otros juegos en mi vida: trajeron un Family
Game a casa. La idea de poder controlar
un personaje desde mi lugar me pareció
fantástico, no podía dormir imaginando
las posibilidades que existían detrás de los
videojuegos que había en casa. Espera-
ba ansiosa el finde (que eran los días de
alquiler de cartuchos en el videoclub) para
probar otro universo sin descubrir.
Fue pasando el tiempo, mi papá se
enganchó con los videojuegos. Era fanático
de las aventuras gráficas; mi mamá también
jugaba, lo suyo era más eventual, aunque
confieso que nadie podía pasar el Contra
con solo dos vidas como lo hacía ella. Con
mi viejo nunca tuve una buena relación, la
adolescencia, supongo, pero a la hora de
los juegos siempre nos juntábamos
a charlar. Cuando compramos el
Monkey Island no existía Internet
en casa; así que en nuestros bre-
ves encuentros había preguntas
como: “¿Ya descubriste que hacer
con el pollo con polea?”. “No, pero
¡las flores amarillas son somníferos
para los perros de la casa de la
gobernadora!”.
Pasó el tiempo, nacieron mis
hermanos y siempre seguimos
jugando videojuegos, todos.
Allá por el 2008 yo tenía 22
años y mi mamá falleció.
No quiero entrar en detalles
escabrosos, pero puedo decir
que luchó como si realmente
le quedaran sus dos últimas
vidas en el Contra y al final el
juego nos ganó a nosotros. Así
que ahí estábamos. Mi viejo
solo con 3 hijos de 22, 15 y
11 años; y la falta de una
M
persona que hacía absolutamente todo por
nosotros. ¿Cómo se empieza? No sabíamos.
No había ninguna referencia, ningún “walk-
through”. El dolor del duelo y el tiempo nos
ayudaron a formarnos y mientras tanto,
seguimos jugando videojuegos.
Mi viejo se compró una PC nueva, le
instalamos el Left 4 Dead 2, empezamos a
jugar esporádicamente. Mi papá, pobre, de
madera. Se lo vivían lastrando los zombis
y nunca llegábamos a la safe house con
su personaje en pie. Pero con paciencia le
fuimos enseñando, y se volvió un capo, el
mejor jugador de la retaguardia. Vos podés
correr tranquilo que él siempre te está
cubriendo la espalda.
La mayoría de las veces charlábamos
estrategias, comentarios del juego y, por
supuesto, algunos insultos del estilo “dejá
de cruzarte que te hago friendly fire”.
Sin embargo, empezó a suceder que las
charlas se volvieron tácticas antizombis
mezcladas con anécdotas personales, his-
torias y relatos de nuestra vida cotidiana.
Nos juntábamos a comer (yo ya no vivía
con mi familia) y discutíamos los porme-
nores de las últimas partidas. Sin darnos
cuenta, empezábamos a unirnos como un
bloque, a generar un vínculo, y el pega-
mento que nos unía eran los videojuegos.
Pasaron los años y por esas vueltas de la
vida me fui a vivir un tiempo a otra provin-
cia. No es lo mismo charlar con tu familia
por Skype que crear una partida de algún
juego y disfrutar con ellos a la distancia.
Nuestras charlas se volvían más fluidas así,
porque los juegos eran el transporte para
nuestro vínculo; y yo no creo haber podido
tener tanto contacto con ellos si no hubiera
sido por esto.
La vida me llevó a regresar a Buenos
Aires. Cuando descargaba los bolsos mi
papá me dijo: “Qué bueno que volviste,
me compré una oferta de 10 juegos
a 5 dólares y hay uno que se juega
con joystick. ¿Me lo instalás?”… y
creo que fue en ese momento
cuando entendí el valor de
los juegos en mi vida, cómo
marcaron un antes y un
después. Probablemente si
no hubieran existido, nos ha-
bría ayudado otra cosa. Pero
ya saben cómo somos los
gamers, imaginamos todas las
alternativas y queremos creer
que elegimos el mejor final para
nuestra historia; aunque mi
historia aún no haya finalizado,
puedo decir que no la estaría
disfrutando tanto si no fuera por
Mario, Guybrush, Cloud Strife, el
Left 4 Dead y tantos otros. R
EVENTOS
MUERE
MONSTRUO MUERE
BALAS DE CINE
Y DE FICHINES.
.TXT JUANMA LA VOLPE
El segundo viernes de cada mes las estrellas
se alinean en un ritual salvaje para abrir
las puertas de un espacio en el que convi-
ven arcades, mutantes y ninjas. El ciclo de
cine Muere Monstruo Muere se celebra en
el Teatro Mandril desde hace casi tres años
y propone emular esos días noventosos de
juventud en los que las películas malas, la
cerveza y los videojuegos eran la diva de la
noche. El Muere es principalmente un ciclo
de cine, sus proyecciones pasan desde el
apoyo a la escena au-
diovisual nacional
(películas, cortos
y animaciones)
hasta el tributo
al cine bizarro
de culto direc-
to a VHS y a esos
ILUSTRAS
films que son tan
EN LA MUERE
malos que terminan
siendo buenos. La noche del Monstruo suele
ofrecernos también la posibilidad de en-
contrarnos y jugar con arcades nacionales
como Nave y Dobotone, de Videogamo Inc.;
el Capitán Menopausia y el Trucho Flipper,
de Shitty Games y Trucho Toys; el arcade
de Tumba Games; Juanito Arcade Mayhem,
de Game Ever Estudios, y los juegos de Ju-
pitron. Las fechas son acompañadas por
una feria de pro ductores independientes
y la participación de una banda en vivo. Si
bien el ciclo puede variar su contenido mes
a mes, el cine bizarro y la bandera de la cul-
tura alternativa siempre estarán en lo alto.
Replay
n4
P.7