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ENTRE EL MITO
Y LA MANGANETA
The Eternal Castle Remastered: ¿la remasterización de
un clásico olvidado o un engañapichanga de un tano
avispado? Cuomo saperlo (?).
▶ Por Sergio Andrés Rondán
C
ualquier
persona que haya vivido en el mundo previo a
Internet ha disfrutado de la época dorada de la piratería,
copiando a mansalva pilas y pilas de disquetes. Infinidad
de jueguitos han circulado por nuestros otrora vibrantes
floppy disks, tantos que entre el maremoto de títulos se nos
pierden nombres, autores, escenarios, empresas. Eso mismo
le sucedió a Leonard Menchiari, desarrollador italiano del The
Eternal Castle Remastered: “El juego es, secretamente, una
versión remasterizada de un juego pirata en un disquete medio
roto y sin título que encontré en un cajón y que nunca terminé
cuando era niño”. Sea esto cierto o no, la realidad es que al jugar
The Eternal Castle Remastered, uno siente que lo ha jugado
en algún momento de su vida. Análoga sensación se da cuando
tenés una palabra en la punta de la lengua y no podés largarla.
Solo que con este jueguito, no hay palabra que largar ni lengua
que soltar, sino, más bien, plataformas que saltar, enemigos
que reventar y muchas, pero muchas, caídas que evitar.
En este sentido, el juego es un hermoso tributo a todas
aquellas aventuras plataformeras que tanto hemos disfrutado en
nuestros tanques sin disco rígido, bajo la brillante luz de los monitores
de fósforo ámbar o los lisérgicos colores del mundo CGA.
“El original que jugué de niño funcionaba en VGA/EGA, pero la
versión pirata que conseguí, para ahorrar espacio en el disquete,
tenía solo los archivos para correr en CGA/Hercules. A la hora
de plantear la remasterización, preferí seguir usando ese CGA: la
paleta de colores limitada dio rienda suelta a la imaginación, que
fue muy poderosa”.
Pero The Eternal Castle Remastered no es simplemente
un juego en CGA. Tras esos cuatro colores chillones, hay
un trabajo cinematográfico y game design digno de la mano
de Jordan Mechner: hay movimientos de cámaras, escenarios
con vívidos fondos detallados y mucha fluidez en el
personaje que controlamos, los enemigos que enfrentamos
y los objetos con los que interactuamos. Detrás de todo
ese gameplay en 2D y CGA, los elementos del juego están
programados en 3D, lo cual le termina dando esa inmersión
característica de clásicos como el Príncipe de Persia
o Another World. Al igual que en estos, en Eternal Castle
Remastered no faltan infinidades de tropiezos, precipicios,
peleas con enemigos ni la angustiante sensación de saber
que estás llegando al final del level sin haber sacado todos
los secretos.
La ilusión de ser un juego programado en los 80 es tan
fuerte que nos podemos permitir creer en la idea de remasterización.
Pese a que el twittero y arqueólogo digital @
foone haya concluido que todo esto no fue más que un ardid
comercial, la realidad es que muchos juegos se han perdido
en los océanos de la piratería en floppy disks. Eternal Castle
pudo no haber existido, pero su remasterización es, sin
lugar a dudas, el mejor homenaje a todos esos plataformeros
oscuros que alguna vez jugamos en disquetes gastados de
tantas recopias.
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