temporadas. Hubo una época que
hacía jardinería y calesita. Compré
una calesita sin saber nada de nada.
La pusimos con mucho sacrificio y
apareció uno de Madariaga y nos puso
otra enfrente, donde esta Tía Vicenta
ahora. Era superior. Nosotros, con
buena atención y picardías, en enero
le empatamos y en febrero le sacamos
ventaja. En vez de un palito de sortija,
ponía dos…, ventajitas.
Después nos trasladamos a la Av. 3
altura 578. Ahí la primera calesita la
entregué a otro calesitero y él me en-
tregó un carrusel. La diferencia entre
carrusel y calesita es que la calesita
es fija y el carrusel tiene movimiento,
sube y baja. Es una atracción más. Ahí
estuvimos tres, cuatro años. Después
tuvimos la suerte de comprar donde
estamos ahora. Enfrente lo único que
estaba era el correo y no había nada
más, era todo terreno baldío. Yo tenía
26, 27 años, año 68. No tenía un man-
go y el escribano Bonanni me dijo:
“Métase, usted lo va a poder pagar”.
Siempre le agradezco. Lo señé con 50
pesos. En marzo había que dar $555 y
después, tres trimestres de $555. En
marzo escrituré, hicimos el boleto por
$555 y me adelanté un semestre, hici-
mos la losa del fondo, adelanté la pista
de patín y compré el terreno en donde
estamos ahora, esta casa en Escalada.
Todo con el trabajo de una tempo-
rada. Espectacular. Año 67/68. Ese
tipo de temporadas duró hasta los 80.
Después cada temporada fue peor
que la otra. Tenemos la suerte de que
estamos bien ubicados, tenemos un
buen local y una excelente atención,
con eso nos defendemos. No son las
temporadas esplendorosas de antes.
Por primera vez en la historia, solo
abrimos sábado y domingo. Creo que
es el peor momento.
Sabemos que Carlos Gesell no veía
con buen ojo la cuestión del juego.
¿Tuvo relación con él?
Don Carlos nos apoyó. Nos deseó
suerte. Estaba en contra del casino,
los juegos de cartas, los videojuegos,
pero como nosotros estábamos en
otra línea más infantil, nos apoyaba.
Cuando estábamos en la 107 vino a
La Calesita. Teníamos un fotógrafo
que le sacó fotos pero no tenía rollo.
Lo quería matar.
Cuéntenos un poco sobre el juego
de la calesita, ¿aprendió mucho?
Cuando estaba en la esquina
teníamos una calesita de 8 metros de
diámetro. Al mudarnos adonde esta-
mos ahora nos encontramos con que
el terreno era más angosto, así que
tuve que modificarla toda. Después
compré una calesita espacial con
todas sus figuras, por teléfono. Venía
_CABECITAS NEGRAS.
Por una época consiguieron
que Sugus les diera
caramelos para los chicos.
_SOMOS FANS.
Nuestra máquina
predilecta de niños,
hoy, igual.
_TEMPORADA ALTA.
Más apretados que
en Pueblo Límite.
La diferencia entre carrusel y calesita es
que la calesita es fija y el carrusel tiene
movimiento, sube y baja. Es una atracción más.
de Italia. Era muy hermosa, pero no
gustó. Se sentía muy fría, incluso
venía sin sortija. Tuve que adaptarla.
Acá en el fondo hice como 10 calesi-
tas entre esqueletos y armados com-
pletos. Aprendí a hacer los caballitos
con fibra de vidrio. Me quedaban los
brazos inflamados porque cuando
pulís la fibra de vidrio sale un polvillo
que se te incrusta y te lastima.
Hemos trabajado mucho y la
calesita me dio todo. En mi familia
no había antecedentes de ningún
calesitero. Inicié una generación. Es
un trabajo hermoso. Los chiquitos
son amorosos. Tenemos las paredes
del local empapeladas con los
dibujos de ellos. Es lo mejor que nos
pudo pasar.
¿Cómo fue y es la relación con los
lugares de videojuegos?
En Centerplay ya no está don
Pepe; era un viejo jodido, pero
tuvimos buenas relaciones. Me
decía: “Cabutti, la ficha a 10”, y yo la
ponía a 10. Era el que mandaba. Un
hombre muy inteligente. Con Sacoa
y Enjoy no tenemos relación. Space
tampoco. Ratón como yo cuando
empecé no queda ninguno, son
todas empresas. En general, toda la
gente del rubro es gente buena.
Para terminar, por favor, necesi-
tamos data del juego Buffalo Bill, uno
de nuestros preferidos.
Lo compré usado en Italia. Fácil tie-
ne 35, 40 años. Nunca lo sacamos por-
que sigue facturando. Un señor de San
Clemente del Tuyú me invitó a viajar a
ver juegos. Queríamos mejorar. Fuimos
a una fábrica y compramos. Fueron
un fenómeno. Trajimos un helicóptero
que la gente hacía cola para jugar. Le
teníamos que poner un trapo mojado
al motor porque recalentaba. Fue mi
único viaje para comprar máquinas.
60 años
y un sueño
“Vamos a
cumplir 60
años de ca-
lesita en
2021. Espero
que la Muni-
cipalidad me
exima de al-
gún impuesto.
Tuvimos que
desarmar la
marquesina
del frente
porque nos
cobraban 60
mil pesos de
impuestos”.
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