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Número 81, abril 2014
Honorable
Profesión
Por Bobby Reed, editor revista DownBeat
Estos son algunos términos que suelo evitar: “lleno total”, “cancheo”, “músico
no selectivo”, “poca integridad”, “prostitución artística”. No envidio a otros
periodistas por el uso de dichos términos o por criticar a un artista que persigue
un día de pago. Pero aquí no hay un eufemismo. Es difícil ganarse la vida
como músico de jazz. De modo que si un músico quiere tocar en un matrimonio
o grabar un jingle para una frase de radio, no soy nadie para juzgarlo.
Músicos tocan. Bailarines danzan. Artistas pintan y actores actúan. Es lo que
hacen. Al otro lado del corazón de América, talentos que alguna vez fueron
estrellas muy bien pagadas en cine o actores de televisión, están haciendo
shows en restaurantes nocturnos frente a un público reducido, se alojan en
hoteles económicos y hacen frente a la monotonía de los viajes durante los
meses de invierno. Esa es su elección. Ellos están trabajando.
En el extremo opuesto del espectro se encuentra el actor británico Michael
Caine. Al cierre de esta edición, su filmografía en internet acumula 160
créditos de actuación, incluyendo tres films actualmente en post producción.
Este amigo no actúa porque está preocupado de cómo pagarse su próxima
comida. Él lo hace porque es un actor.
Para una estrella de Hollywood, la tentación de lograr un “lleno total” y hacer
una película de acción sin sentido es muy real y su retribución es lucrativa.
Pero, ¿qué es para un jazzista que vive en Brooklyn y que trata de pagar
su arriendo, un “lleno total” en comparación a hacer un “cancheo” porque
necesitas dinero?
Hemos escuchado cientos de veces comentarios de los propios músicos
sobre arte versus comercio. Podemos ver una contundente toma H\