La calidad de la enseñanza en general, y de la economía en particular, exige
introducir diversos materiales y recursos tratando que la clase sea más receptiva,
participativa, práctica y amena. Los materiales y recursos en sentido amplio, y en
particular los didácticos, son importantes, pero no tienen un especial valor por sí
mismos. Su uso queda completamente justificado cuando son integrados, de
forma adecuada, en el proceso educativo, el cual debe ser compatible, a su vez,
con el entorno más amplio que lo rodea (escolar, regional, social, etc.). Por tanto,
los recursos didácticos tienen que estar perfectamente ensamblados en el
contexto educativo para que sean efectivos, es decir, que hagan aprender de
forma duradera al alumno, y contribuyan a maximizar la motivación de los
estudiantes de forma que se enriquezca el proceso de enseñanza-aprendizaje.