Es gracias a esto que la esencia
del Ser Maestro toma un nuevo
rumbo, la creación de
transversalidades, donde la
formación escolar se centra no
sólo en la enseñanza de
competencias, sino de aptitudes y
actitudes para la vida.
Lo anterior, se convierte en el eje
fundamental del funcionamiento
de las nuevas prácticas docentes,
pues realiza a maestros, docentes
en formación, padres, alumnos y a
la sociedad misma, una invitación
a la concepción de lo que es la
educación. A lo largo del tiempo
hemos creído que la educación es
una tarea única y exclusiva de la
escuela y por ende de los
maestros, y no, la educación es
una tarea de la sociedad en
general, pues es precisamente el
contexto, el principal afectado con
la creación o absolución de una
cultura educativa en sus
pobladores.
En este sentido, no solo la
escuela se debe encargar de
otorgar el conocimiento, sino las
demás personas y la misma
sociedad, pues las vivencias de
cada ser humano son influencias
que recaen en la escuela, llegan a
repercutir en su funcionamiento y
desempeño, por lo que debemos
tener claro que, si el contexto
está en transformación
constante, la escuela, el maestro
y su forma de enseñanza se
transformarán.
Por esta razón, se debe buscar
constantemente la creación de
formas y maneras para generar
en las aulas un gusto por la
formación, por ejemplo, que el
maestro le apueste al uso de
otros sistemas simbólicos como
son la fotografía, el cine, la
televisión, la música y las Tic, ya
que en esta era impulsada por el
uso de la tecnología, estos
elementos se convierten en una
alternativa para la enseñanza.
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