Chile y Colombia han enfrentado reformas drásticas durante la
última gestión Bachelet y Santos, respectivamante, ¿estará su
aparato institucional y polítco en capacidad, y disposición, de darles
continuidad para consolidarlas? ¿Están sus sociedades dispuestas a
asumir los nuevos desafíos que estas implican?
E
l pasado domingo 17 de
diciembre se realizó la
segunda vuelta de las
elecciones presidenciales en Chile,
mientras la derecha chilena celebra
el triunfo de Sebastián Piñera,
quien ya fuera presidente del país
austral entre 2010 y 2014, Michelle
Bachelet, la actual presidenta, se
prepara para lo que le aguarda
después de su salida del Palacio de
La Moneda, un cargo en la Junta
Consultiva de Alto Nivel sobre
Mediación de la Naciones Unidas.
Bachelet, quien repite mandato tras
su presidencia del 2006-2010, llega
a la recta final de su segunda
gestión con un alto nivel de
impopularidad entre los chilenos,
según mediciones recientes su
aprobación estaría entre el 20% y el
25%. En este punto la presidenta
Bachelet se encuentra en la misma
p a r a d o j a q u e e l m a n d at a r i o
colombiano, Juan Manuel Santos,
que se encuentra en el último año
de su segundo periodo presidencial
y sale más abucheado que airoso
debido a su baja popularidad,
incluso perdiendo el apoyo de la
bancada de gobier no en el
congreso.
Sin embargo, por parte de la
comunidad internacional estos dos
mandatarios cuentan con gran
respaldo y son vistos como líderes
transformadores, ambos enfrentan
un panorama incierto en el que,
fuera del primer cargo de sus
respectivos países, el tiempo y sus
sucesores determinarán el impacto
de su legado, si se le puede llamar
legado a aquellas apuestas políticas
por las que se la jugaron, Bachelet
durante su segundo mandato y
Santos durante sus ocho años
consecutivos en el Palacio de
Nariño.
Además de haber sido tocados por
escándalos de corrupción, tanto la
chilena como el colombiano osaron
contravenir aspectos esenciales del
statu quo social y político de sus
países. Bachelet se la jugó por
gratuidad y universalidad del
sistema educativo chileno, una
reforma tributaria que grava las
rentas de las personas naturales
más adineradas, la legalización del
aborto en tres casos especiales y la
aprobación de la unión civil entre
parejas del mismo sexo. Para un
país que vivió bajo una dictadura
entre 1974 y 1990, donde, por
ejemplo, ser homosexual fue ilegal
hasta 1999, estas reformas implican
un verdadero revolcón en su
estructura social.
Santos, por su par te, menos
transformador y menos
progresista se metió de cabeza en el
proceso de paz con la guerrilla de
las Farc lo que le significó el rótulo
de 'traidor' por parte de media
Colombia, por haberse alejado de la
doctrina de guerra de su predecesor
y m e n t o r Á l va r o U r i b e. E l
electorado casi logra castigarlo en
las urnas en 2014. Las concesiones
hechas a las Farc en términos
políticos y jurídicos no ayudaron a
que su gestión fuese vista con
buenos ojos lo que casi sepulta el
acuerdo en el plebiscito del 2016,
que se dio en medio de una dinámica
propagandística digna de la guerra
fría.
Más allá de las críticas, el acuerdo
de La Habana, que es básicamente
lo único por lo que Santos será
recordado aunque en otros temas
haya tenido muchos errores y uno
que otro acierto, en los puntos
como los de la reforma rural o el
problema de los cultivos ilícitos
pretende saldar deudas pendientes
del Estado con los ciudadanos de la
p e r i f e r i a d e l p a í s, a f e c t a d a
históricamente por la violencia
política originada por ese
abandono. Santos, además, deja
instalada la mesa de diálogo en
Quito con el ELN, aunque tras la
finalización del cese bilateral de
hostilidades de 102 días que regía
desde el 1 de octubre del 2017 esa
guerrilla reanudó sus operaciones
militares con una violenta escalada
de atentados que indignó al
gobierno y puso a tambalear la
negociación.
Bachelet y Santos salen de la
presidencia de sus países remando
una desvencijada barquita sobre el
río de su propia impopularidad, es
muy probable que estén lejos de ser
los mejores presidentes que han
visto Chile o Colombia, pero lejos
también de ser los peores. Un par de
personajes que se atrevieron a
gober nar según su visión,
apostándole a algo diferente, quizá
siguiendo la premisa que si se
siguen probando las mismas cosas
de siempre se obtendrán los
mismos (malos) resultados de
siempre. Bachelet a lo suyo en la
ONU y Santos con su Nobel que se
vaya a dar conferencias, esperemos
que sea un capítulo superado en
nuestra historia y no se convierta
en un tedioso y necio refrito como
su predecesor.
REVISTA PARADIGMA | 19