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(duradomr, proceso a las puertas "de la muerte"), para obligarle a estar muerto según las
reglas.
Esto implica que los vivos obedecen minuciosamente el ritual prescrito. Un muerto no
está verdaderamente muerto en tanto sus descendientes o herederos no han celebrado su
festín de funerales, es decir, en tanto no han "bebido" su herencia (drekka erfi).
Concluyendo el tema, señalemos que este universo no conocía demarcaciones claras
entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Es sorprendente ver con qué facilidad el
vivo puede motivar, de grado o por fuerza, a un muerto para obtener de él las
informaciones que desea (incluso sucede entre los dioses, como el caso de Odín cuando
interroga en el mundo de Hel a una vidente sobre la muerte destinada a su hijo Balder),
o la inversa, pues es completamente natural que el difunto vuelva a informar al vivo, sea
directamente, apareciendo en ese caso de forma natural, sea por medio de sueños, que
son como uno de los motivos obligados de las sagas y los poemas éddicos.
·El Año y el Día Vikingo.
Quizás el mejor modo de comprender la vida de los pueblos nórdicos sea conociendo su
calendario, cómo distribuían su tiempo a lo largo del año y del día cotidiano. Las
fuentes que se tomarán como referencia, serán las islandesas, en particular, lo que
afirma Snorri Sturluson. Por tanto, aunque se hace referencia a latitudes muy elevadas,
se puede considerar que el conjunto de estas poblaciones ha seguido más o menos las
mismas costumbres y se han regido por el mismo modo de división del año.
En el Norte antiguo, no conocían más que dos estaciones o semestres (misseri), que eran
verano e invierno. Otra particularidad, es que no contaban por años el tiempo, sino por
inviernos y no hablaban de días, sino de noches.
El año, el misseri de verano por tanto, comienza a mediados de abril. Es denominado el
mes del cuco "gaukmanadr" o tiempo de la siembra "sad tid", o también tiempo del
trabajo de primavera "varönn", pues existe el término "var" que designa la primavera, lo
mismo que "haust" para el otoño, pero no entran en el cómputo del año.
La nieve ya se ha fundido o le falta poco, los cursos del agua están liberándose de sus
hielos, se comienza, en efecto, a escuchar el cuco en los bosques, es tiempo de sacar a
los pastos el ganado, que ha permanecido confinado en los establos desde hace al menos
seis meses y que no ha podido ser alimentado, con frecuencia, más que con el viejo
heno seco (problema serio que se verá evocado a menudo en las sagas).
El granjero, el "bondi", piensa en sus campos. Los ara; primero fue con un arado común
(ardr) que reemplazará poco a poco, bajo influencias probablemente anglosajonas, por
un arado más moderno y eficaz, de cuchilla y vertedera (plogr). En verdad, fuera de
Dinamarca, del sur de Suecia y de una pequeña parte meridional de Noruega (la actual
Jaeren), las tierras arables son raras en Escandinavia y las labores profundas, imposibles
debido al carácter pedregoso de los suelos. Después el grano se siembra a voleo, como
todavía se ve en el tapiz de la reina Matilde de Bayeux: ante todo cebada, o su variante
temprana, la cebada de invierno o alcacel (que tenían la ventaja de dar una harina
adecuada para hacer pan, y también, fermentadas, permitían la preparación de cerveza),
o avena; muy poco trigo pero, naturalmente, centeno, sobre todo en Islandia. El suelo