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Así, los forjadores artísticos germánicos tienen en su ornamentación de motivos
animales una abundancia casi incalculable de formas e influjos a su disposición.
En los territorios costeros del mar del Norte, de Dinamarca y Noruega, así como en las
costas alemanas del mar del Norte, nació, en la segunda mitad del siglo V, el llamado
"estilo animal I", que se caracteriza por una consecuente estilización de las figuras
orgánicas de animales: el primer paso para subordinar el mundo naturalista de las
formas al ornamento abstracto.
Ya en esta primera fase del estilo animal germánico, los artistas nórdicos iniciaron, a
finales del siglo, sobre todo los suecos, la vanguardia del desarrollo. La figura animal
fue despedazada por ellos en sus elementos formales sin contemplación alguna. La
cabeza y el cuerpo, las patas y las garras se liberaron de su relación anatómica y pasaron
al complicado juego de líneas de la decoración, esa vigorosa obra de marcos y molduras
que en este tiempo asume el mando sin encontrar resistencia. El animal quedó
desnaturalizado. Adoptó la forma de entrelazadas líneas y cintas.
Típico de este primer florecimiento de la ornamentación nórdica, con motivos de
animales es un brazalete encontrado en la parroquia sueca de Ekeby, brazalete de plata
fundida sobredorada en el cual, además de la cabeza y de los ojos telescópicos de las
figuras frontales, se descubren en la composición brazos y piernas de personas
colocados arbitrariamente, como los restos que se arrojan de una comida. Un ribete de
fantásticos animales que se arrastran y están al acecho o de partes de tales animales
forma el inquietante borde del brazalete, cuyos detalles recuerdan las fragmentadas
imágenes humanas de las telas de Picasso. También las composiciones de líneas y
curvas por el estilo de Paul Klee les vienen a la mano, por lo visto fácilmente, a los
artistas de este capítulo artístico, el más antiguo de la ornamentación nórdica a base de
animales.
Con la aceptación de los modelos de cintas entretejidas del Mediterráneo oriental se
desarrolló, en el siglo VI, el "estilo animal II", germánico, que desde la Italia de los
lombardos avanzó hacia el Norte, conquistó la Renania franca y el mundo insular
anglosajón y pronto penetró también en los países escandinavos.
En Suecia, donde el estilo fue recibido en principio por la forja artística de los Svear,
influenció fuertemente; pero sin tardanza, con tanto temperamento como voluntad de
forma, los vikingos lo convirtieron en un estilo propio: el "estilo Vendel", que debe su
nombre al gran cementerio de tumbas-barco de Vendel, en Uppland. Los talleres de la
cultura Vendel, cuya época primitiva A pertenece aún, según los métodos actuales de
clasificación, al período más antiguo animal, mantenían indefectiblemente un desprecio
soberano a la anatomía. Pero los delgados cuerpos de animales en forma de cintas del
siglo VI realizaron una nueva metamorfosis y se convirtieron totalmente en
complicados adornos de lanzas y líneas. Sus patas de araña se transformaron en extraños
nudos y rizo, los cuerpos desaparecieron, incluso las obligadas máscaras; el rostro con
sus fauces abiertas, sus lamedoras lenguas y sus cuellos delgados como hilos se
sumergieron bajo el frondoso ornamento de las líneas.
Con el trabajo mediterráneo del trenzado también en el Norte se abrió camino el motivo
clásico de los zarcillos de la vid y del acanto. Los tallistas nórdicos gustaron de los
detalles vegetales, pero no exageradamente. No tuvieron escrúpulos para sustituir las