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Divinidades no Amadas.
Egir, como hemos visto, gobernaba el mar con la ayuda de la pérfida Ran. Ambas
divinidades eran consideradas crueles por las naciones nórdicas, los cuales sufrían
mucho por el mar, el cual, rodeándoles por todas partes, se introducían profundamente
hasta el corazón de sus países a través de los numerosos fiordos, y a menudo engullía
los barcos de sus vikingos, junto a toda su tripulación de guerreros.
Otras Divinidades del Mar.
Además de estas deidades principales del mar, los nórdicos creían en los tritones y las
sirenas, y muchas historias se relatan acerca de las sirenas, que se despojaban durante
breves momentos de sus plumajes de cisne o atavíos de foca, los cuales dejaban en la
playa para ser encontrados por mortales, que de esa manera obligaban a las bellas damas
a permanecer en tierra.
También existían monstruos malignos conocidos como Nicors, de cuyo nombre se
deriva el proverbial Old Nick ("Patillas"). Muchas de las deidades menores del mar
poseían colas de pez; las divinidades femeninas recibían el nombre de ondinas, y los
varones el de Stromkarls, Nixies, Necks o Neckar.
En la Edad Media se creía que estos espíritus acuáticos abandonaban a veces sus
corrientes nativas para aparecerse en danzas de poblados, donde se les reconocía por el
dobladillo húmedo de sus vestimentas. A menudo se sentaban al lado de los arroyos o
los ríos, tocando el arpa o entonando fascinantes canciones mientras se peinaban sus
largos y dorados o verdes cabellos.
Los nixies, ondinas y stromkarls, eran seres particularmente gentiles y amables, y
estaban muy ansiosos de obtener repetidas garantías de su salvación final.
Se cuentan muchas historias de sacerdotes o niños que se los encontraron jugando en la
orilla, de los cuales se mofaban con amenazas de una futura condenación, lo cual nunca
fallaba para convertir su alegre música en lastimeros quejidos. A menudo, los sacerdotes
o niños, dándose cuenta de su error y afectados por la agonía de sus víctimas,
regresaban corriendo hasta la corriente para asegurar a los hados acuáticos de dientes
verdes su futura redención, tras lo cual reanudaban invariablemente sus alegres acordes.
Ninfas del Río.
Ademas de Elf o Elb, el hado acuático que le dio su nombre al río Elba en Alemania;
Neck, de quien Necker deriva su nombre, y el viejo padre Rhein, con sus numerosas
hijas (afluentes), la más famosa de todas las divinidades menores acuáticas es Lorelei, la
sirena doncella que se sienta sobre las roca de su mismo nombre, cerca de San Goar, en
el Rhein (Rin) y cuyo fascinante canto ha llevado a muchos marinos a la muerte. Las
leyendas acerca de esta sirena son ciertamente muy numerosas, siendo una de las más
antiguas la que sigue:
Leyendas de Lorelei.