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Un incidente vino a interrumpir el trueque. Un toro perteneciente a los vikingos, salió
del bosque bramando furiosamente y sembrando el terror entre los skraelingar, que
empaquetaron a toda prisa sus mercancías, se precipitaron hacia sus embarcaciones y
emprendieron la huida.
Los skraelingar volvieron en mayor número a principios del invierno siguiente, pero su
comportamiento varió al ver que los vikingos no tenían gran cosa para intercambiar.
Uno de los hombres de Karlsefni mató a uno de ellos, que intentaba robarles armas. Los
demás huyeron. En espera de una nueva visita, los vikingos se prepararon para el
combate y, en el enfrentamiento que siguió, hubo víctimas por ambas partes.
Demasiado pocos en número para hacer frente a una población local que se había vuelto
amenazadora, los vikingos, realistas y prudentes como de costumbre, decidieron
abandonar la colonia que habían fundado en Hop. Volvieron a Straumfjord, donde
pasaron el tercer invierno. Al llegar la primavera, emprendieron el regreso a
Groenlandia.
En el camino, se detuvieron en Markland, donde cayeron por sorpresa sobre un
skaelingar acompañado por dos mujeres. Les pusieron en fuga y capturaron a dos niños,
que se llevaron consigo.
El barco de Bjarni Grimolfsson, cuyo casco estaba dañado a causa de las tarazas
(moluscos que viven en aguas salobres y se alimentan de las maderas sumergidas, en el
interior de las cuales excavan galerías), empezó a hacer agua y hubo que abandonarlo.
Como la canoa sólo tenía capacidad para la mitad de la tripulación, se decidió echar a
suertes quiénes iban a ocuparla. Bjarni, que resultó entre los afortunados, cedió su lugar
a un joven islandés que no había resultado agraciado en el sorteo. Los ocupantes de la
canoa lograron llegar a tierra, pero nunca más se tuvo noticias de Bjarni y del resto de
su tripulación.
De los tres barcos que participaron en la expedición, el único que consiguió volver a
Groenlandia fue el de Thorfinn Karlsefni. Los supervivientes de Vinland pasaron el
invierno con Erik el Rojo. Enseñaron la lengua de los vikingos a los dos niños
skraelingar, que fueron bautizados.
Las desdichas de la expedición de Karlsefni no bastaron para desalentar a los vikingos,
que continuaban soñando con Vinland, donde pensaban encontrar la riqueza y la fama.
Freydis, hija ilegítima de Erik el Rojo, propuso a dos hermanos islandeses, Helgi y
Finnbogi, organizar conjuntamente una nueva expedición. Cada uno de los socios
aportaría su nave. Como en la expedición precedente, el acuerdo se concluyó sobre la
base de un reparto por igual de las ganancias y se convino que, además de las mujeres,
cada uno proporcionaría una tripulación de treinta hombres vigorosos. Freydis hizo
trampa desde el principio, embarcando a espaldas de sus socios cinco hombres más de
lo previsto.
Se decidió que los dos barcos navegarían juntos en la medida de lo posible, pero el de
los hermanos islandeses fue el primero en acostar Vinland, en el punto en que Leif había
construido sus casas durante la primera expedición. A su llegada, Freydis discutió con
los hermanos y afirmó que aquellas casas pertenecían a su hermano Leif y que ellos no