revista nórdica Mitologia_nordica.1474443498 | Page 229
porque se decía frecuentemente que las aguas del mar hervían y siseaban, se llamaba al
océano como la tinaja o la olla de las pócimas de Egir.
Los dos principales sirvientes del dios eran Elde y Funfeng, símbolos de la
fosforescencia del mar; eran famosos por su rapidez en invariablemente presentaban sus
respetos a los invitados de Egir a sus banquetes en las profundidades del mar. El dios
dejaba a veces su reino para visitar a los Ases en Asgard, donde siempre era
espléndidamente agasajado y se deleitaba con los numerosos relatos de Bragi sobre las
aventuras y los logros de los dioses. Entusiasmado por estas narraciones, y también por
el burbujeante hidromiel que les acompañaba, el dios se aventuró en una ocasión a
invitar a los Ases a celebrar la fiesta de la cosecha con él en Hlesey, donde prometió
agasajarles él esta vez.
Thor e Hymir.
Sorprendido por esta invitación, uno de los dioses osó recordarle a Egir que ellos
estaban acostumbrados a platos exquisitos, tras lo que el dios del mar declaró que en lo
referente a la comida no debía preocuparse, ya que estaba seguro de poder abastecer los
apetitos más delicados; sin embargo, confesó que no se sentía tan seguro respecto a la
bebida, ya que su olla de pociones era más bien pequeña. Tras oír esto, Thor se ofreció
inmediatamente a procurar una olla más apropiada y partió junto con Tyr en su
búsqueda. Los dos dioses viajaron hacia el este del Elivagar en el carro tirado por los
chivos de Thor, y dejándolo en casa del campesino Egil, el padre de Thialfi,
encaminaron sus pasos hacia la morada del gigante Hymir, del cual se sabía que poseía
una olla de una milla de profundidad y anchura proporcional.
Sin embargo, sólo las mujeres se encontraban en casa y Tyr reconoció en la más
anciana, una vieja y fea bruja con novecientas cabezas, a su propia abuela; mientras la
más joven, una bella y joven giganta, era, al parecer, su madre y ella recibió a su hijo y
a su acompañante de forma hospitalaria y les dio de beber.
Tras conocer su misión, la madre de Tyr ordenó a los visitantes que se escondieran bajo
unas enormes ollas que se encontraban sobre un travesaño al final de la sala, ya que su
esposo Hymir era muy irreflexivo y a menudo mataba a sus invitados con una sola
mirada fulminante. Los dioses siguieron el consejo rápidamente, y tan pronto se
escondieron, llegó el gigante Hymir. Cuando su esposa le contó que habían llegado
visitantes, frunció el ceño tan portentosamente y emitió una mirada tan encolerizada
hacia el lugar donde se ocultaban, que la viga del techo y las ollas cayeron con
estruendo y, excepto la más grande, todas se rompieron en pedazos.
La esposa del gigante, sin embargo, convenció a su marido para que le diera la
bienvenida a Tyr y a Thor, y mató tres bueyes para su comida. Pero grande fue su
consternación cuando vio al dios del trueno comerse a dos de ellos como cena.
Murmurando que tendría que irse a pescar temprano a la siguiente mañana para
procurarle el desayuno a un invitado tan voraz, el gigante se retiró a descansar, y cuando
al amanecer del siguiente día bajó hasta la costa, se le unió Thor, que dijo haber venido
para ayudarle. El gigante le pidió que obtuviera su propio cebo, tras lo cual Thor mató
descaradamente el buey más grande de su anfitrión, Himinbrioter (rompedor del cielo),
y cortando su cabeza, embarcó con ella y se introdujo en el mar. En vano protestó
Hymir que ya había llegado a su lugar habitual de pesca, y que podía encontrarse con la