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Mientras tanto, los dioses se habían congregado en la murallas de la ciudad celetial y
esperaban el regreso de Loki con mucha más inquietud de la que habían sentido cuando
Odín había partido en búsqueda de Odhroerir. Recordando el éxito que había tenido su
estratagema en aquella ocasión, habían reunido grandes pilas de combustible, las cuales
estaban preparadas para ser prendidas en cualquier momento.
Vieron regresar a Loki repentinamente, pero divisaron en su estela a un gran águila.
Éste era el gigante Thiazi, que había regresado súbitamente a Thrymheim, descubriendo
que un halcón se había llevado a su prisionera, ave en la que fácilmente reconoció a uno
de los dioses. Ataviándose rápidamente con sus plumas de águila, se lanzó rápidamente
en su persecución, alcanzando poco a poco, pero con gran rapidez a su presa. Loki
redobló sus esfuerzos mientras se aproximaba a las murallas de Asgard y antes de que
Thiazi le diera alcance, alcanzó su meta y cayó exhausto entre los dioses. No se perdió
ni un solo momento en prender el fuego al combustible acumulado y cuando Thiazi
pasaba sobre las murallas las llamas y el fuego le llevaron hasta el suelo malherido y
medio aturdido, presa fácil para los dioses, que cayeron sobre él despiadadamente y le
dieron muerte.
Los Ases se alegraron muchísimo por el rescate de Idun y corrieron a comer de las
preciadas manzanas que ella había traído de regreso ilesas. Sintiendo que su
acostumbrada fuerza y belleza regresaban a cada bocado, declararon afablemente que no
era de extrañar que incluso los gigantes desearan probar las manzanas de la eterna
juventud. Por tanto, juraron que colocarían los ojos de Thiazi en el cielo como una
constelación, para suavizar cualquier sentimiento de cólera que sus parientes pudieran
sentir cuando descubrieran que había caído muerto.
Hacia arriba arrojo los ojos
del hijo de Allvadi,
dentro del cielo sereno:
ellos son las señales de las más grandes
de entre mis hazañas.
(Balada de Harbard).
La Diosa de la Primavera cae en el Inframundo.
Ya que la desaparición de Idun (vegetación) era un suceso anual, podemos esperar
encontrar otros mitos que tratan acerca del llamativo fenómeno y existe otro favorito de
los escaldos, el cual, desgraciadamente, ha llegado hasta nosotros de forma fragmentada
y muy incompleta. Según esta versión, Idun se encontraba en una ocasión sentada sobre
las ramas de fresno sagrado Yggdrasil, cuando, desvaneciéndose súbitamente, aflojó su
agarre y se desplomó hacia el suelo que se encontraba por debajo de ella, hasta las más
infranqueables profundidades del Niflheim. Allí yació, pálida e inmóvil, contemplando
con ojos fijos y llenos de terror las horribles vistas del reino de Hel, estremeciéndose
violentamente mientras tanto, como alguien vencido por un frío penetrante.
Viendo que no regresaba, Odín ordenó a Bragi, a Heimdall y a otros dioses que fueran
en su búsqueda, entregándoles una piel blanca de lobo con la que pudieran arroparla,
para que ella no sufriera el frío y pidiéndoles que emplearan todos sus esfuerzos para