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A su vez, Loki entregó a Odín la lanza Gungir, el barco Skidbladnir a Frey y la cabellera dorada a Thor. Pero, a pesar de que ésta creció inmediatamente sobre la cabeza de Sif, declarando todos que era más bella de lo que sus propios bucles lo habían sido jamás, los dioses decretaron que Brock había ganado la apuesta, debido a que el martillo Mjöllnir, en manos de Thor, sería de gran valor en la última lucha contra los gigantes de hielo. Para salvar su cabeza, Loki huyó precipitadamente. Sin embargo, fue alcanzado por Thor, que lo trajo de vuelta y se lo entregó a Brock, diciéndole que aunque la cabeza de Loki era suya por derecho, no debería tocar su cuello. Impedido de acometer su venganza, el enano decidió castigar a Loki cosiendo sus labios juntos y, ya que su espada no los atravesaba, tomó prestada la lezna de su hermano para tal propósito. Sin embargo, Loki, tras soportar las burlas de los dioses en silencio durante un corto período de tiempo, se las ingenió para cortar el hilo y pronto volvió a ser tan locuaz como siempre. A pesar de su formidable martillo, Thor no era temido como el perjudicial dios de la tormenta, que destruía tranquilas casas y arruinaba las cosechas con repentinas tormentas de granizo y estallidos de nubes. Los nórdicos creían que lo arrojaba sólo contra los gigantes de hielo y las murallas de piedra, reduciendo éstas a polvo para fertilizar la tierra y hacer que produjera gran abundancia de frutos para los labradores. En Alemania, donde las tormentas del Este son siempre frías y destructoras, mientras que en el Oeste acarreaba consigo lluvias cálidas y tiempos suaves, se suponía que Thor viajaba siempre de Oeste a Este, para luchar contra los espíritus malignos que de buena gana habrían envuelto el país con impenetrables velos de niebla y lo hubieran cubierto con cadenas de hielo. El Viaje de Thor a Jötunheim. Ya que los gigantes de Jötunheim estaban enviando continuamente ráfagas frías de viento para helar los brotes aún verdes y dificultar el crecimiento de las flores, Thor decidió en una ocasión ir hasta allí y obligarles a comportarse mejor. Acompañado de Loki, emprendió su camino en su carro y tras viajar durante todo un día, los dioses llegaron hasta los confines del mundo de los gigantes, donde, tras divisar la cabaña de un campesino, decidieron quedarse para descansar y refrescarse. Su anfitrión era hospitalario pero muy pobre y Thor, viendo que él no sería capaz de suministrar la comida necesaria para saciar su gran apetito, mató a sus dos chivos, los cuales preparó y cocinó, tras lo cual invitó a su anfitrión y a su familia para que participaran libremente de la comida, pero no sin antes advertirles de que lanzaran todos los huesos, sin romperlos, dentro de las pieles de los chivos que habían extendido en el suelo. El campesino y su familia comieron con entusiasmo, pero su hijo Thialfi, alentado por el malicioso Loki, osó romper uno de los huesos y absorber la médula, creyendo que su desobediencia no sería detectada. Sin embargo, por la mañana, Thor, listo para partir golpeó las pieles de chivo con su martillo e inmediatamente los animales se alzaron tan vivos como lo estaban antes, excepto que uno de ellos parecía cojear. Percatándose de que sus órdenes habían sido desatendidas, Thor estuvo a punto de matar a toda la