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utensilios de cocina hasta un gran cántaro de agua para beber, desde el tablero de madera para juegos hasta los esquís tallados se le había provisto de todo lo que un señor de su categoría necesitaba para un largo viaje, además de tres botes de remos de madera de encina y seis espaciosas camas. Pero el bienestar mostrado de modo tan ostensible por el hombre de Gokstad palidece junto a la riqueza de la dama que en el barco de Oseberg, excavado en 1904, había emprendido su último viaje. Sus parientes la habían equipado para su estancia en el reino de los muertos con tres espléndidos trineos y un carruaje de lujo, tres camas, tres arcones, dos tiendas de campaña, una silla, una lámpara de pie de hierro y un cubo de madera que podía contener 126 litros. La cuadra y el pastizal habían proporcionado quince caballos, cuatro perros y un buey; los campos y campiñas facilitaron, además de numerosos utensilios menores, un sólido trineo para transportar estiércol. A esto se le añadía un surtido completo de todo lo necesario en una cocina: cazuelas y sartenes, platos y fuentes, hachas y cuchillos, piedras de amolar y artesas, ollas y cubos, trigo y avena, manzanas y nueces y, naturalmente, rico y abundante forraje. También se la había provisto en abundancia de lo necesario para las ocupaciones caseras durante la larga ausencia. Cuatro telares con los correspondientes tornos y husos, tijeras y punzones; piedras de afilar y planchas nos presentan a la muerta como una dama que también al otro lado del río quería ocuparse en la confección de telas y vestidos. Sobre todo debía ser una amante de las telas costosas. Su cámara funeraria estaba adornada con trabajos coloreados y tapices. Tanto las mantas y las prendas como las almohadas y los cojines de plumas demuestran que no sólo había sido aficionada a la comodidad, sino que también tenía buen gusto y un sentido muy vivo para las cosas bellas de la vida. Una de las causas del alcance mundial de la fama de la tumba de Oseberg estriba en que en este caso era posible identificar a su moradora con un gran coeficiente de probabilidades de acertar. El barco de Oseberg pudo haber sido la última residencia de la reina Asa, la hija de Havald Barbarroja, la fundadora del gran reino nórdico. La saga Ynling nos ha transmitido su historia. Barbarroja se negó a dar su hermosa hija Asa, como esposa, al rey Gudröd de Westfold y por esto le atacó y mató el despechado pretendiente. Raptada, la llevaron por la fuerza al lecho matrimonial; la inteligente Asa pareció someterse. Pero en realidad pensaba sin cesar en la venganza. Un año después del nacimiento de su hijo Halvdan se le presentó la oportunidad de hacer expiar la afrenta que le habían infligido a ella y a su familia. Para decirlo con las palabras de la saga Ynling: "Gudröd realizó un viaje y se detuvo en Stiflusund. Allí hubo una gran borrachera a bordo e incluso el rey se embriagó mucho. Al anochecer, cuando ya había oscurecido, abandonó el barco y al llegar al final de la escalerilla, un hombre lo atacó y atravesándolo con su lanza lo mató. Al hombre lo ejecutaron inmediatamente y por la mañana, al amanecer, reconocieron con sorpresa que se trataba del criado de la reina Asa". La enérgica y orgullosa reina aceptó francamente su acción y los asombrados hombres de Gudröd doblaron con respeto la rodilla ante ella. Asa siguió gobernando ella sola con