REVISTA NUMERO 48 CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 48 CANDÁS MARINERO | Page 22
`CANTARES… DE LOS DE ANTES´
No tenía el día. Su estado de ánimo no era lo que
se dice eufórico. El desaliento lo constreñía hasta
llevarlo al desconsuelo. Le sucedía a menudo des-
de las ausencias y se lo recriminaba a la vida por la
iniquidad de dejarlo solo. Él era el último, la reli-
quia postrera, y se sabía falto de cariño. Los echaba
de menos. A todos ellos. A sus amigos, y a su mujer
sobremanera.
Se caló la boina mientras refunfuñaba algo contra
la resignación y fue a buscar acomodo al bar. Lo en-
contró en un taburete al fondo de la barra. La pinta
en la mano y ajeno a lo que le rodea. Si pudiéramos
observarlo desde el fondo del vaso veríamos una
mirada confusa pero dura, curtida por toda una
vida de faenar. Agazapado en ella es fácil distinguir
un poso desmedido de tristeza, motivado por aque-
lla pesadumbre que lo consume. Escruta el color
teja del vino como queriendo sonsacarle secretos
existenciales que le permitan conseguir el ansiado
equilibrio interior. Desde luego no era su día. Tiem-
pos mejores los hubo. Al menos para él. “Cosa de la
puñetera soledad” -le ruca en la mollera el pensar-.
Sabe de la actuación desde dos semanas atrás. Le
había puesto sobre aviso Jose el dueño de la sidrería
y días después lo verificó en los carteles anunciado-
res.
El bar se abarrota minutos antes del concierto.
Suenan los primeros acordes, y es en ese momen-
to, en el preciso instante en que el bullicio decrece,
que él retoma la realidad y se pone en onda. Acto
reflejo tararea la primera de las canciones y esto le
hace sentirse mejor. No sabe bien porqué, o quizá
sí. Es como si su cabeza, harta de autocompadecer-
se, se desligara de todas las pesadumbres dejándose
ir, compinchándose con la melodía para ganarle al
menos esta última disputa al porfiado desconsuelo.
Dirige la mirada al grupo. No son un coro al uso
y sabe que muchos de ellos prefieren que los de-
nominen así, grupo Nordeste, tomando el nombre
del bar patrocinador. Los sigue desde el principio,
desde que comenzaron hace seis años en el primer
certamen de Canciones de La Bodega.
Dirige la mirada al grupo. No son un coro al uso
y sabe que muchos de ellos prefieren que los de-
nominen así, grupo Nordeste, tomando el nombre
del bar patrocinador. Los sigue desde el principio,
desde que comenzaron hace seis años en el primer
certamen de Canciones de La Bodega. Siempre le
causa gracia la ocurrencia de uno de ellos cuando
comenta: “No somos los mejores, pero somos los
más taquilleros”. Él suele asentir cómplice la broma,
pero a decir verdad los considera lo suficientemente
buenos como para escucharlos y participar de sus
veladas. Le gusta lo que cantan, cómo lo cantan y
cómo suena aquel acordeón junto a las dos guita-
rras. Le rememoran nostalgias de amores y tiempos
añejos.
Pide otra pinta de vino (“otra no, una”, que diría él).
De seguido centra su atención en las mesas y una
mueca que semeja complacencia termina por re-
componer las arrugas atribuladas de su cara. Están
los de siempre, los reconoce a casi todos, reunidos
allí con el fin colectivo de pasarlo bien. `Güillas´,
`Lalitos´, `Ceferos´, `Cabomares´, `Macanas´,
`Sampedrinos´, `Rodadas´, `Aramendis´, `Poza-
los´, `Pinones´, `Orbegozos´, `Cardinas´, `Pepe-
licos´, `Condesos´, `Maños´, `Visigas´ …, todos
ellos deudos de los que junto a él compartieron una
época legendaria de Candás y orgullosos portadores
de los más renombrados apodos y motes del pueblo.
También están, no fallan nunca, longevos de su ge-
neración como Filito, fiel seguidor, Milia Cabomar,
Cuca la Ñarea, Josefa La Cervera, siempre dispues-
ta al xareo sin que los años puedan atemperarla, y
algunos más cuyos nombres no recuerda.
Suena La Viajera. En el estribillo, cuando Alfredo se
gira para implicar a los asistentes, el grupo gesticula
y enmudece, dejan de cantar. Da lo mismo, pues
toda la sidrería al unísono entona la canción con un
`empaste´ que sorprendería a más de un experto
en materia musical, dando certeza, una vez más, al
dicho de que en Candás se canta muy bien. Esa era
la intención, involucrarlos, y lo repetirán más veces
a lo largo de la actuación.
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