REVISTA NUMERO 48 CANDÁS MARINERO REVISTA NUMERO 48 CANDÁS MARINERO | Page 17

España se vio involucrada en esta fase de la guerra. Gran parte de su intercambio comercial estaba orientado hacia las Islas Británicas, en cuyas aguas los alemanes, en un momento crucial de la guerra, atacaron a todo barco de bandera beligerante o neutral, siendo víctimas de estos ataques numero- sos barcos españoles. Esto provocó no solamente la pérdida de dichos barcos y en ocasiones de la tripulación, sino la disminución del tráfico maríti- mo que ocasionó graves dificultades a España en la exportación de minerales y fruta e importación de carbón. La situación angustiosa, que se manifestó en los países beligerantes en la última fase de la guerra, también tuvo su eco en España ocasionan- do graves crisis tanto en los gobiernos como en la ciudadanía y originando una amenaza constante de romper las relaciones con las potencias cen- trales(Guerra submarina en España (1914-1918) JESÚS PEREA RUIZ pag 194) aquel momento eran la reconquista de Gibraltar, el dominio de Tánger y una mayor influencia sobre Portugal y el territorio marroquí, empresas a lograr a costa de Francia e Inglaterra, lo que presuponía la victoria de Alemania. Al comienzo de la guerra la mayoría de los dirigentes políticos españoles y muy especialmente el entonces su Jefe de Gobierno, Eduardo Dato, se decantó por mantener la neutralidad. Solamente Romanones lanzó un globo sonda para ver la reacción de la opinión pública. El Conde comentó en sus Memorias: «yo no entendí nunca que Espa- ña debiera ser beligerante. Para entrar en la colosal contienda, no existía motivo justificado, pero sí para permanecer, no en una neutralidad neutra, sino en una neutralidad francamente inclinada a las naciones occidentales». La opinión pública española se dividió en dos ban- dos: germanófilos y aliadófilos y sus manifestaciones se vieron perfectamente reflejadas en la prensa. Para la derecha social y política, germanófilos, Alemania representaba el orden y la autoridad. A este grupo pertenecían desde los carlistas hasta los conservadores del Gobierno, los personajes de la Corte, el clero, los terratenientes, los altos funcionarios, una parte de los hombres de negocios y la mayor parte de los oficiales del Ejército y de la Marina. Para la izquierda, en cam- bio, al lado de Francia e Inglaterra estaban la causa del derecho, la libertad, la razón y el progreso como decía Lerroux, el más destacado de los intervencionistas. Los francófilos se repartían desde los liberales mo- nárquicos y los republicanos hasta los socialistas y los sindicalistas de extrema izquierda. A éstos se unían la mayor parte de los intelectuales, la clase trabajadora, la clase media ilustrada, la clase media de las finan- zas y de la industria y una pequeña parte del Ejército. (Guerra submarina en España (1914-1918) JESÚS PEREA RUIZ pag 196) Los españoles decidieron mantenerse a la expecta- tiva. Su fuerza militar era insignificante comparada con la de las potencias en lucha y su situación geo- gráfica estaba muy alejada de los campos de batalla. Una intervención activa en la contienda sólo podía reportar ventajas territoriales a cambio de enormes sacrificios y las únicas ambiciones de España en 17