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Corazón bajo la lupa
Sucesos como los terremotos de Atenas (1981),
los Ángeles (1994) e Hyōgo (1995) provocaron un
aumento de entre dos y cinco veces las muertes no
traumáticas debido a problemas cardiovasculares. Y
en los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva
York lo que las autoridades sanitarias detectaron
fue un incremento en el número de disparos de los
desfibriladores cardíacos automáticos implantados
en pacientes para restablecer su actividad cardíaca,
la pregunta surge: ¿es el estrés un nuevo factor de
riesgo cardiovascular?
Para el Texas Heart Institute, los factores de riesgo
cardiovascular se dividen en dos grupos: los
principales, aquellos cuyo efecto de aumentar el riesgo
cardiovascular ha sido comprobado (hipertensión
arterial, colesterol elevado…), y los contribuyentes,
aquellos que pueden dar lugar a un mayor riesgo
cardiovascular pero cuyo papel exacto no ha sido
definido todavía. En esta categoría entrarían las
hormonas sexuales, los anticonceptivos orales y, por
supuesto, el estrés.
Algunos factores detonantes del estrés
psicosocial pueden ser:
Nivel socioeconómico bajo, definido como el nivel
educativo bajo, ingresos bajos, ocupación laboral de
bajo nivel o residir en zonas pobres confiere un alto
riesgo de enfermedad cardiovascular.
La falta de apoyo social.
El estrés laboral, el estrés crónico en el trabajo como
largas jornadas laborales, sobrecarga de horas extra,
alta exigencia psicológica, maltrato, puede ocasionar
enfermedad del corazón en los varones a edades
tempranas; y puede significar un riesgo igual para el
resto de la familia.
Factores familiares, la pérdida de un familiar
importante aumenta el riesgo de infarto en un 21%.
La hostilidad, derrota u otros episodios graves, es
un rasgo de personalidad caracterizado por gran
desconfianza, rabia y tendencia a iniciar relaciones
agresivas y de mala adaptación social. Un metanálisis
ha confirmado que la ira y la hostilidad se asocian a
un aumento pequeño pero significativo del riesgo de
eventos CV (cardiovasculares) en la población tanto
sana como en personas que ya han sufrido de eventos
del corazón.
La depresión, la gente que esta socialmente aislada
o desconectada tiene un riesgo elevado de sufrir
enfermedad del corazón y morir prematuramente.
Las personas con estrés psicosocial, asocian otros
hábitos de vida poco saludables como el consumo
de alimentos no sanos, tabaquismo y menos actividad
física y la baja adherencia a las recomendaciones
de consumo de medicamentos y cambios en la
alimentación y actividad física. Por si fuera poco lo
anterior, la depresión y el estrés también generan
trastornos en el sistema nervioso que controla las
reacciones de las vísceras de nuestro cuerpo como el
corazón que acarrea latidos muy rápidos o anormales,
el estomago que puede modificar los patrones
digestivos, intestinales modificando los patrones
defecatorios, afecta también a los pulmones y por ende
la respiración. También se pueden notar cambios en
los sistemas hormonales o endócrinos que dependen
de la parte del cerebro que se conoce como hipófisis la
cual hace reacciones junto al hipotálamo siempre parte
del cerebro (eje hipófisis hipotálamo) esto ocasiona
cambios conocidos en la práctica cardiometabólica
como “procesos inflamatorios” que pueden dañar la
parte de las arterias que está más cerca de la sangre
llamada endotelio y es allí donde ocurren los infartos y
derrames cerebrales.
Síntomas de alarma:
Dolores frecuentes de cabeza, musculares y
viscerales.
Fatiga habitual.
Aumento en la temperatura corporal.
Sudoración continua.
Molestias gastrointestinales (diarrea, indigestión).
Sarpullidos.
Sequedad de la boca y garganta.
Alimentación excesiva.
Consumo de tóxicos.
Insomnio.
Tics nerviosos, irritabilidad, pánico, déficit de
concentración y memoria, miedos, fobias,
mal humor.
Sensación de fracaso.
Disfunción sexual.
Problemas laborales.
Conducta antisocial.
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